El Miércoles de Ceniza es un día esencialmente penitencial, en el que los católicos somos invitados a dejar de lado las cosas que nos atan a este mundo para centrar todo nuestro ser en la persona de Jesucristo.
Por más que Jesús es Dios, Jesús es también es ser humano. Esa humanidad del Cristo tan débil fue la que fue probada hasta el extremo en esos cuarenta días; precisamente el haber superado estos días tan duros fue fundamental para estar fortalecido para vivir los sublimes días de la Semana Santa.
Esos cuarenta días no fueron sencillos para la humanidad del Salvador pero fueron necesarios para que pudiera cumplir el Plan de Salvación de las almas de toda la humanidad. Quienes somos parte de la Iglesia fundada por Jesús, podemos unir la integridad de nuestro ser a la persona de Jesús.
El significado de la Ceniza en el Miércoles de Ceniza
En la Misa de Miércoles de ceniza, los católicos pasamos en procesión, después de la homilía, para ser marcados en las frentes con una pequeña señal de la Cruz dibujada con ceniza. La práctica de la imposición de la ceniza se inició en el Siglo X.
Las palabras dichas por el sacerdote son "conviértete y cree en el Evangelio", las cuales están inspiradas en la Escritura: Gn, 3, 19 y Mc 1, 15.
La ceniza procede de los ramos bendecidos el Domingo de la Pasión del Señor, del año anterior, siguiendo una costumbre que se remonta al siglo XII. La fórmula de bendición hace relación a la condición pecadora de quienes la recibirán.
El simbolismo de la ceniza es el siguiente:
a) Condición débil y caduca del hombre, que camina hacia la muerte;
b) Situación pecadora del hombre;
c) Oración y súplica ardiente para que el Señor acuda en su ayuda;
d) Resurrección, ya que el hombre está destinado a participar en el triunfo de Cristo.
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