lunes, 29 de septiembre de 2008

Oracion


Angel santo de la guarda, compañero de mi vida, tú que nunca me abandonas, ni de noche ni de día.

Aunque espíritu invisible, sé que te hallas a mi lado, escuchas mis oraciones y cuentas todos mis pasos.

En las sombras de la noche, me defiendes del demonio, tendiendo sobre mi pecho tus alas de nácar y oro.

Angel de Dios, que yo escuche tu mensaje y que lo siga, que vaya siempre contigo hacia Dios, que me lo envía.

Testigo de lo invisible, presencia del cielo amiga, gracias por tu fiel custodia, gracias por tu compañía.

En presencia de los ángeles, suba al cielo nuestro canto: gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. Amén.

Compañeros de viaje


Los ángeles son mensajeros de Dios. Se encargan de cuidarnos aquí en la Tierra.

Debido a su naturaleza espiritual, los ángeles no pueden ser vistos ni captados por los sentidos. En algunas ocasiones muy especiales, con la intervención de Dios, han podido ser oídos y vistos materialmente. La reacción de las personas al verlos u oírlos ha sido de asombro y de respeto. Por ejemplo, el profeta Daniel y Zacarías.

La misión de los ángeles es amar, servir y dar gloria a Dios, ser sus mensajeros, cuidar y ayudar a los hombres. Ellos están constantemente en la presencia de Dios, atentos a sus órdenes, orando, adorando, vigilando, cantando y alabando a Dios y pregonando sus perfecciones. Se puede decir que son mediadores, custodios, protectores y ministros de la justicia divina.

Los ángeles nos comunican mensajes del Señor importantes en determinadas circunstancias de la vida. En momentos de dificultad, se les puede pedir luz para tomar una decisión, para solucionar un problema, actuar acertadamente, descubrir la verdad; por ejemplo tenemos las apariciones a la Virgen María, San José y Zacarías. Todos ellos recibieron mensajes de los ángeles.

Los ángeles presentan nuestras oraciones al Señor y nos conducen a Él. Nos acompañan a lo largo de nuestra vida y nos conducirán, con toda bondad, cuando muramos, hasta el Trono de Dios para nuestro encuentro definitivo con Él. Éste será el último servicio que nos presten, pero el más importante, pues al morir no nos sentiremos solos.

Como ejemplo de ello, tenemos al arcángel Rafael cuando dice a Tobías: “Cuando ustedes oraban, yo presentaba sus oraciones al Señor” (Tob 12,12-16). Los ángeles nos animan a ser buenos.

Ellos ven continuamente el rostro de Dios, pero también ven el nuestro. Debemos tener presentes las inspiraciones de los ángeles para saber cómo obrar correctamente en todas las circunstancias de la vida. Como ejemplo de esto, tenemos el texto que nos dice: “Los ángeles se regocijan cuando un pecador se arrepiente” (Lc 15,10).

La misión de los ángeles es acompañar a cada hombre en el camino por la vida, cuidarlo en la tierra de los peligros de alma y cuerpo, protegerlo del mal y guiarlo en el difícil camino para llegar al Cielo. Se puede decir que es un compañero de viaje que siempre está al lado de cada hombre, en las buenas y en las malas. No se separa de él ni un solo momento. Está con él mientras trabaja, mientras descansa, cuando se divierte, cuando reza, cuando le pide ayuda y cuando no se la pide. No se aparta de él ni siquiera cuando pierde la gracia de Dios por el pecado. Le prestará auxilio para enfrentarse con mejor ánimo a las dificultades de la vida diaria y a las tentaciones que se presentan en la vida.

Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro. Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de que él nos guía y nos protege, está muy cerca de Dios y le puede decir directamente lo que queremos o necesitamos. Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos y deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios conoce exactamente lo que hay dentro de nuestro corazón. Los ángeles sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras, gestos, etc.

También se les pueden pedir favores especiales a los ángeles de la guarda de otras personas para que las protejan de determinado peligro o las guíen en una situación difícil. Es muy fácil que nos olvidemos de la existencia de los ángeles por el ajetreo de la vida y principalmente porque no los vemos. Este olvido puede hacernos desaprovechar muchas gracias que Dios ha destinado para nosotros a través de los ángeles. Por esta razón, la Iglesia ha fijado estas dos festividades para que, al menos dos días del año, nos acordemos de los ángeles y los arcángeles, nos alegremos y agradezcamos a Dios el que nos haya asignado un ángel custodio y aprovechemos este día para pedir su ayuda.

Actualmente se habla mucho de los ángeles: se encuentran libros de todo tipo que tratan este tema; se venden “angelitos” de oro, plata o cuarzo; las personas se los cuelgan al cuello y comentan su importancia y sus nombres. Hay que tener cuidado al comprar estos materiales, pues muchas veces dan a los ángeles atribuciones que no le corresponden y los elevan a un lugar de semi-dioses, los convierten en “amuletos” que hacen caer en la idolatría, o crean confusiones entre las inspiraciones del Espíritu Santo y los consejos de los ángeles. Es verdad que los ángeles son muy importantes en la Iglesia y en la vida de todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les puede igualar a Dios ni adorarlos como si fueran dioses. No son lo único que nos puede acercar a Dios ni podemos reducir toda la enseñanza de la Iglesia a éstos. No hay que olvidar los mandamientos de Dios, los mandamientos de la Iglesia, los sacramentos, la oración, y otros medios que nos ayudan a vivir cerca de Dios.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Eucaristía, Pan partido para tu salvación


¡Queridos hermanos y hermanas!


Que grande debe ser nuestra alegría sabiendo que en el altar,(...) cada día se ofrecerá el sacrificio de Cristo; sobre este altar Él seguirá inmolándose, en el sacramento de la Eucaristía, para nuestra salvación y la del mundo entero.
En el Misterio eucarístico, que se renueva en cada altar, Jesús se hace realmente presente. La suya es una presencia dinámica, que nos aferra para hacernos suyos, para asimilarnos a él; nos atrae con la fuerza de su amor haciéndonos salir de nosotros mismos para unirnos a Él, haciendo de nosotros una sola cosa con Él.
La presencia real de Cristo hace de cada uno de nosotros su "casa", y todos juntos formamos su Iglesia, el edificio espiritual del que habla también san Pedro. "Acercándoos a él, piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios -escribe el apóstol-, también vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por medio de Jesucristo" (1 Pe 2, 4-5).
Casi desarrollando esta bella metáfora, san Agustín observa que mediante la fe los hombres son como maderos y piedras cogidos de los bosques y de los montes para la construcción; mediante el bautismo, la catequesis y la predicación se van desbastando, escuadrando y puliendo; pero se convierten en casa del Señor sólo cuando se acompañan por la caridad. Cuando los creyentes se ponen en contacto en un orden determinado, se yuxtaponen y cohesionan mutua y estrechamente, cuando todos están unidos con la caridad se convierten verdaderamente en casa de Dios que no teme derrumbarse (cfr Serm., 336).
Es por tanto el amor de Cristo, la caridad que "no tendrá fin" (1 Cor 13,8), la energía espiritual que une a cuantos participan del mismo sacrificio y se nutren del único Pan partido para la salvación del mundo. De hecho ¿es posible estar en comunión con el Señor si no estamos en comunión entre nosotros? ¿Cómo podemos presentarnos ante el altar de Dios divididos, lejanos unos de otros? Este altar, sobre el cual dentro de poco se renueva el sacrificio del Señor, sea para vosotros, queridos hermanos y hermanas, una constante invitación al amor; a él os debéis acercar siempre con el corazón dispuesto a acoger el amor de Cristo y a difundirlo, a recibir y a conceder el perdón. (...) Cada vez que os acerquéis al altar para la celebración eucarística, vuestra alma debe abrirse al perdón y a la reconciliación fraterna, dispuestos a aceptar las excusas de cuantos os hayan herido y dispuestos, por vuestra parte, a perdonar.
En la liturgia romana el sacerdote, tras presentar la ofrenda del pan y del vino, inclinado hacia el altar, reza en sumisamente: "Humildes y arrepentidos acógenos, Señor: acepta nuestro sacrificio que hoy te presentamos". Se prepara así a entrar, con toda la asamblea de los fieles, en el corazón del misterio eucarístico, en el corazón de esa liturgia celeste a la que se refiere la segunda lectura, tomada del Apocalipsis. San Juan presenta a un ángel que ofrece "muchos perfumes para que, con las oraciones de los santos, los ofreciera sobre el altar de oro colocado delante del trono" (cfr Ap 8, 3). El altar del sacrificio se convierte, de cierta forma, en punto de encuentro entre el Cielo y la tierra; el centro, podríamos decir, de la única Iglesia que es celeste y al mismo tiempo peregrina en la tierra, donde, entre las persecuciones del mundo y las consolaciones de Dios, los discípulos del Señor anuncian su pasión y muerte hasta que vuelva en la gloria (cfr Lumen gentium, 8).
Es más, cada celebración eucarística anticipa el triunfo de Cristo sobre el pecado y sobre el mundo, y muestra en el misterio el fulgor de la Iglesia, "esposa inmaculada del Cordero sin mancha, Esposa que Cristo a amado y por la que se ha entregado, a fin de hacerla santa" (ibid., 6). Es necesario que toda la comunidad crezca en la caridad y en la dedicación apostólica y misionera.
Concretamente se trata de dar testimonio con la vida de vuestra fe en Cristo y la confianza total que ponéis en él. Se trata también de cultivar la comunión eclesial que es ante todo un don, fruto del amor libre y gratuito de Dios, y que por tanto es divinamente eficaz, y está siempre presente y operante en la historia, más allá de cualquier apariencia contraria. La comunión eclesial es también una tarea confiada a la responsabilidad de cada uno.
Que el Señor os conceda una comunión cada vez más convencida y operante, en la colaboración y en la corresponsabilidad en todos los niveles: entre presbíteros, consagrados y laicos, entre las distintas comunidades cristianas de vuestro territorio, entre las distintas agrupaciones de laicos. (...)


Homilía del Papa en la dedicación del altar de la catedral de Albano, el lunes 22 de septiembre de 2008.

martes, 23 de septiembre de 2008

Conociendo la Familia




SANTA MARIA DOMINICA MAZZARELLO
La madre de las Hijas de María Auxiliadora
siempre dijo sí a Dios
9 de mayo de 1837 - 14 de mayo de 1881. Celebración: 13 de mayo


1860. En pleno verano, estalla el tifus por las colinas de Mornés. El año anterior, la segunda guerra de la independencia ya se llevó a algunos padres de familia. Ahora llega el tifus, que tiene su origen en uno de los pozos donde el agua se estanca y se pudre en el verano, sembrando el terror por aquella zona.

Igual que siempre que se esparce una enfermedad contagiosa, se vuelve a hablar de brujas y de mal de ojo. Microbios, higiene, desinfección... son palabras todavía desconocidas.

A las familias en las que entra el tifus, todos las abandonan. Las casas en las que están sanos, se atrancan.

Hay una familia, la de los Mazzarello, que es una de las primeras en ser castigada. Primero el varón, luego la mujer y finalmente todos los hijos. Al cabo de unos días el padre y el hijo mayor están en las últimas.

Don Pestarino, un sacerdote al que en Mornés llaman "curita" (un poco por pequeño y otro poco por simpático), va a ver a aquella gente y se da cuenta de que necesitan una persona que les ayude. Se marcha derecho a casa de unos parientes, Mazzarello ellos también, y llama a María. Es una muchacha fuerte. Tiene veintitrés años. Trabaja como un hombre y reza como un ángel.

En casa de tu tío hay dos que se mueren. ¿Te atreves a ir y echar una mano?
Una larga pausa. María tiene miedo, como todos. El "curita" la mira tranquilo y espera.

María murmura:
—Si mi padre me deja, voy.

Su padre es un cristiano hecho y derecho. María va a la casa afectada. El orden y la limpieza vuelven a reinar. Medicinas y alimentos calientes se sirven a sus horas.

Pero mientras los enfermos se levantan curados, el tifus se apodera de María Dominica, Su hermosa cara ovalada se reduce en pocos días a un triángulo de piel pálida y estirada. Llega el médico, mueve la cabeza. La muerte ronda por allí. Ordena otras medicinas. María, agotada, le dice:

—Gracias. Mas, por favor, no me obligue a tomar más píldoras. No necesito nada. Sólo que Dios venga por mí.

Pero todavía no había llegado su hora. Tiene que trabajar mucho en esta tierra, antes de que venga Dios a llevársela.


Confidencias con Petronila

Así, sin píldoras, María se encuentra de repente sin fiebre. Vuelven los colores naturales a sus mejillas. Los miembros, sí, quedan todavía torpes, débiles. Parece que la altísima fiebre ha roto algo de su robusto organismo.

¿Qué hará ahora? Más de un mozo querría hablar de matrimonio con ella. Nada le falta para convertirse en una hermosa esposa y estupenda mamá. Pero ella no quiere oír hablar de eso. Y se pregunta: "¿Qué haré en la vida?".

María Mazzarello está inscrita en la Pía Unión de las Hijas de María Santísima Inmaculada. La idea del grupo partió de la joven maestra del pueblo, Ángela Macagno. Por indicación de don Pestarino, ésta esbozó un esquema de reglamento, que fue enviado a un célebre párroco de Génova, don Frassinetti. En 1855, don Frassinetti compuso sobre aquel boceto el "Reglamento de la Pía Unión de María Inmaculada", que se difundió rápidamente y con inesperado éxito por toda Italia.

Don Pestarino funda la primera "Pía Unión" en Mornés el 9 de diciembre de 1855. Empieza con cinco muchachas. La más joven es María Mazzarello, de dieciocho años.

María tiene una amiga con la que no guarda ningún secreto. Se llama Petronila, y al igual que ella es Hija de la Inmaculada. Lleva el mismo apellido, Mazzarello. Un día de 1861, Maria le dice:

—Me he decidido a aprender el oficio de modista. Cuando lo sepa bien, abriré un tallercito y enseñaré a coser a las chicas pobres. ¿A ti te gustaría coser conmigo? Estaríamos juntas, viviríamos como en familia.

Pasa un año. María y Petronila montan un tallercito de costura en el extremo del pueblo. Unas diez niñas van a aprender a coser. Pero hay una novedad que lo va a cambiar todo.


Cuatro ojos asustados

Llega el invierno de 1863. Acaban de salir las niñas para sus casas, defendiéndose de la nieve con sus zuecos y sus grandes paraguas, cuando María y Petronila oyen llamar a la puerta. Aparece un vendedor ambulante que se ha quedado viudo con dos niñas. Pide que las alberguen día y noche, porque no puede tenerlas en su casa y arreglárselas él solo. Allí están las chiquillas, con sus cuatro ojos asustados. La mayor tiene ocho años, la pequeña seis. Petronila toma de la mano a la mayor, María levanta en brazos a la pequeña. Encienden una fogata en la chimenea.

De este modo, sin ningún "plan preestablecido", el taller de costura se transforma desde aquella noche en casita para niñas pobres. María y Petronila van a llamar a las puertas vecinas, y consiguen que les presten dos camitas y un poco de harina para hacer la polenta.

Apenas se corre la voz por Mornés de que las Mazzarello "toman en su casa niñas huérfanas", acuden muchos a llevar un haz de leña, un par de mantas, medio saco de harina. Pero llevan también otras niñas, que necesitan casa. Al poco tiempo ya tienen siete.

Antes de comenzar el trabajo en el taller, las niñas recitan el avemaría. Cuando suena la campana de la torre, María comenta: "Una hora menos en este mundo, una hora más cerca del Paraíso". Y quiere que sus costureras trabajen para el Señor: "Cada puntada, un acto de amor de Dios".

También los domingos quiere María "hacer el bien a todas las muchachas del pueblo". Nace de este modo una especie de oratorio. Durante los días de fiesta, las dos amigas recogen a las muchachas, las acompañan a la iglesia y las mantienen alegres con juegos y paseos.


Un "curita" que busca trabajo

Don Domingo Pestarino había nacido en Mornés, y a los veintidós años se había ordenado sacerdote en el seminario de Génova. Se quedó a trabajar en el seminario durante algunos años, pero a los treinta volvió a su pueblo para ayudar al anciano párroco. Se presentó a sus paisanos diciéndoles desde el púlpito: "Busco trabajo. No en vuestras viñas, sino aquí en la iglesia, en la viña del Señor. Me han ofrecido varios puestos, pero quiero quedarme entre vosotros, si me dais el trabajo que busco".

Se encontró con Don Bosco en un tren, mientras ambos viajaban de Acqui a Alessandria. Don Bosco le invitó a que le visitase en el oratorio de Valdocco.

Entusiasmó al "curita" el ver tantos muchachos y tan alegres, en una escuela de trabajo y de fe. Y le dijo a Don Bosco: "Me quedo con usted". Don Bosco estuvo de acuerdo con él, en que se hiciese salesiano (de hecho, al año siguiente hacía don Pestarino la profesión religiosa), pero quiso que siguiera en Mornés, donde había cosas muy importantes que necesitaban de él. Desde entonces don Pestarino asistía a las reuniones de los directores salesianos.

En Mornés hay, entre tanto, una novedad. Otras dos Hijas de la Inmaculada piden a María y a Petronila "hacer lo mismo que ellas". Preguntan a don Pestarino, el cual responde: "¿Y por qué no? Para dos tenéis ya tanto quehacer que no acabáis nunca". Así se forma una especie de comunidad: las cuatro Hijas, como las llaman en el pueblo, enseñan a coser a las niñas y hacen de mamás de las siete chiquitas que viven día y noche en su compañía.

En 1864 llega Don Bosco a Mornés con sus muchachos, durante uno de los paseos otoñales. Ya es de noche. La gente, a la que se han anticipado el párroco don Valle y el sacerdote don Pestarino, está esperando. Suena la banda, muchos se arrodillan al paso de Don Bosco implorando su bendición. Los jóvenes y la gente entran en la iglesia, se da la bendición con el Santísimo, y todo el mundo a cenar.

Después, los muchachos de Don Bosco, animados por los aplausos, dan un breve concierto de marchas y música alegre. En primera fila está una muchacha de veintisiete años, María Mazzarello. Al acabar, Don Bosco dice unas palabras: "Todos estamos cansados, y mis muchachos tienen ganas de echarse un buen sueño. Mañana hablaremos más despacio".

Al día siguiente, durante la mañana, don Pestarino presenta a Don Bosco a las "Hijas de la Inmaculada". Entre ellas está María Mazzarello, Don Bosco queda impresionado de la bondad y de la laboriosidad de aquellas muchachas. Habla un rato con ellas, animándolas a ser constantes en la vida que han elegido y en la práctica de la virtud.

Don Bosco se queda en Mornés cinco días. María Mazzarello logra oír cada noche "las buenas noches" que da a sus jóvenes. Más de uno se lo reprocha como si hubiera en ello algo inconveniente. Y ella responde: "Don Bosco es un santo, y yo lo siento".

Al año siguiente, las Hijas de María Santísima Inmaculada se dividen en dos grupos. Las que deciden vivir en comunidad juntamente con María y Petronila, don Pestarino las hospeda en una casa mejor, junto a la parroquia. Se llaman Hijas de la Inmaculada. Las otras que, como Angelina Maccagno, prefieren permanecer con sus familias, se llaman Nuevas Ursulinas.


Un cuadernillo que se ha perdido

Los de Mornés están construyendo en el barrio de Borgo Alto un edificio para escuela de sus muchachos (pocas muchachas asisten en aquel tiempo a la escuela). Don Bosco ha prometido que, apenas esté acabado, les enviará a sus salesianos. Todo el pueblo colabora en los trabajos, con dinero y con prestaciones gratuitas.

1867. La capilla del colegio está acabada. Por diciembre va Don Bosco a celebrar en ella la primera misa. Invoca "las bendiciones del Señor a favor del colegio naciente y de todo el pueblo de Mornés". Se queda cuatro días allí, y da una conferencia especial al pequeño grupo de las Hijas de la Inmaculada.

Desde hace dos años, Don Bosco está pensando seriamente en fundar una familia de religiosas que haga con las muchachas el mismo bien que hacen los salesianos con los muchachos. En el 1869 se da prisa en la fundación de esta su "segunda familia". Ha puesto sus ojos en las sencillas "Hijas" de Mornés, y sin ningún ruido envía a María y a Petronila un cuadernillo "escrito de su puño y letra, que contiene un horario y un breve reglamento, para que inicien, juntamente con sus niñas, una vida más regular" (MBe X, 541). Aquel cuadernillo se perdió, pero sor Petronila recordaba que en él Don Bosco les daba consejos muy sencillos:

"Procurar vivir en la presencia de Dios. Sed dulces, pacientes y amables. Velar atentamente a las niñas, tenerlas ocupadas. Ayudadles a crecer a una vida sencilla de amistad con el Señor, franca y espontánea" (Mbe X, 542).

En 1870 Don Bosco va a pasar tres días en Mornés: para respirar un poco y, sobre todo, para observar de cerca el modo de vivir de las "Hijas". Quiere ver el efecto del "cuadernito". Queda plenamente satisfecho.


Nacen las FMA
La sigla FMA indica universalmente a las Hijas de Maria Auxiliadora. Corresponde a los términos italianos de origen: Figlie Maria Ausiliatrice.

Mayo de 1871. Don Bosco reúne el "Consejo" de la Congregación Salesiana: están Miguel Rúa, Juan Cagliero, Pablito Albera... Dice: "Son muchos los que me han aconsejado repetidamente que hagamos con las jovencitas el poco bien que, por la gracia de Dios, vamos haciendo con los jóvenes... Temo ir en contra de un designio de la Providencia si no tomo este asunto en una seria consideración, Por tanto, os lo propongo a vosotros".

En una segunda reunión, preguntados uno por uno, todos los "consejeros" dan el voto afirmativo. Entonces Don Bosco determina fundar las Hijas de María Auxiliadora. El núcleo fundamental de ellas será el grupo de muchachas que en Mornés, con María Mazzarello a la cabeza y bajo la dirección de don Pestarino, están ya viviendo en silencio una verdadera vida religiosa.

Felisa Mazzarello, hermana de María, recordaba así la vida de los primeros tiempos: "Le faltaba muchas veces a la pequeña comunidad el sustento necesario, le faltaba hasta la harina para la polenta, y cuando había harina faltaba la leña para cocinarla, Entonces, salía María al campo con algunas de las “Hijas” e iba a un bosque a hacer un haz de leña seca y, con ella al hombro, volvía a casa a preparar la comida. Cocida la polenta, la llevaba al patio, la ponía en el suelo, e invitaba a sus compañeras al opíparo banquete. No había platos ni cubiertos, pero sobraba apetito y alegría".

Después de haber decidido la fundación de las Hijas de María Auxiliadora, Don Bosco llamó a don Pestarino y se lo comunicó. La relación que don Pestarino escribió inmediatamente después del coloquio dice: "Don Bosco expuso el deseo de pensar en la educación cristiana de las niñas del pueblo, y declaró que Mornés era el lugar más a propósito que él conocía, ya que estando allí las Hijas de la Inmaculada se podían elegir las llamadas a hacer vida común y retirada del mundo, e iniciar el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, a favor de las niñas del pueblo".

Don Pestarino, obediente, acepto. Pero se quedó "pensativo y turbado" por dos dificultades. Aquellas muchachas eran excelentes cristianas, pero a ninguna se le había pasado por la cabeza la idea de hacerse religiosa. Además, Don Bosco quería destinar el colegio de Borgo Alto para sede inicial de las Hijas de María Auxiliadora. Pero el pueblo había colaborado en su construcción pensando que era un colegio para los muchachos. El cambio suscitaría grandes disgustos. Pero Don Bosco había decidido así...


La primera Superiora no acepta serlo

29 de enero de 1872. Por orden de Don Bosco, don Pestarino reúne a las primeras 27 Hijas de María Auxiliadora para la elección de su primera superiora. Veintiún votos recaen sobre Maria Mazzarello, la cual pasmada pide enseguida a las compañeras que la dispensen. Insisten las otras, y don Pestarino decide dejarlo todo a la voluntad de Don Bosco. Maria se siente aliviada: Don Bosco conoce su incapacidad y la dispensara. Por el contrario, Don Bosco sabe de cuánto es capaz ella, y la confirma en el cargo, con gran desolación suya.

Ahora hay que llevar a las Hijas al colegio de Borgo Alto. Pero, ¿cómo hacerlo sin despertar el malhumor del pueblo? Viene en su ayuda un suceso. La casa del párroco amenaza ruina. El Consejo municipal decide derribarla y reconstruirla. Ruega por tanto a don Pestarino que ponga a disposición del párroco la casa que posee junto a la iglesia.

—¿Y dónde pongo a las Hijas que enseñan a coser y hospedan a las niñas pobres?, objeta el "curita".

El Consejo piensa y sugiere:

—Mándelas al Borgo Alto. La planta baja ya está terminada y aún no
está ocupada por nadie.

Don Pestarino soltó un respiro de satisfacción: le ordenaban hacer lo que él no se atrevía a pedir. Las Hijas se trasladaron en carros, llevándose consigo hasta los gusanos de seda, una de sus pobrísimas entradas.

Por el momento, el traslado no despertó ninguna extrañeza. Mas, apenas corrió por el pueblo la voz de que las Hijas (cuyo número aumentaba rápidamente) ocuparían el colegio para siempre, dando así vida a un nuevo Instituto religioso, "se armó una protesta y un lamento general" (MBe X, 561).

Wirth escribe más explícitamente: "Los habitantes de Mornés alzaron voces de traición. Las Hijas de María Auxiliadora dieron los primeros pasos en un clima de incomprensión, casi de hostilidad. Lo cual se unía a la pobreza y las privaciones, que ya eran grandes".


Los ojos bajos, pero la cabeza no

5 de agosto de 1872. Las primeras 15 FMA reciben el hábito religioso. Once pronuncian también los primeros votos. Entre ellas está María Mazzarello. Don Bosco les dice: "Vosotras estáis tristes porque vuestros mismos parientes os vuelven las espaldas. No os duela ser maltratadas por el mundo. Solo así seréis capaces de hacer un gran bien. Comportaos como consagradas a Dios: los ojos bajos, pero no la cabeza" (MBe X, 563). El mensaje de Don Bosco a sus primeras hijas está clarísimo: los ojos hay que bajarlos ante la majestad de Dios, pero la cabeza se lleva alta ante la gente, y no debe estar inclinada como la de las siervas, sino alegre y satisfecha como la de las hijas de Dios.

Muchas hermanas empleaban como almohada un pedazo de madero envuelto, del mejor modo posible, con trapos. Todas las almohadas de la casa eran para las niñas. María Mazzarello no quería que las hermanas más jóvenes se mortificasen de ese modo, pero no podía gritar mucho porque ella era la primera que había escogido aquel sistema.


9 de febrero de 1876. En medio de la nevisca, parten las tres primeras hermanas. Van a Vallecrosia, en Liguria, para abrir un oratorio y una escuela para niñas.

29 de marzo. Otras siete hermanas parten para Turín. A 50 metros del Oratorio de Valdocco, abren un oratorio y una escuela femenina. Esta casa será después, por más de 40 años, la casa central dc las Hijas de María Auxiliadora.

1878. Las Hijas de María Auxiliadora son ya una familia numerosa, esparcida por todo el mundo. El centro de la Congregación se traslada, por orden de Don Bosco, de Mornés a Nizza Monferrato. Es un tirón doloroso para María Mazzarello. Se despide de su padre y de su madre, ya ancianos, da un adiós al cementerio, donde reposan don Pestarino y algunas de las primeras compañeras.

El hecho de ser la superiora general no hizo perder a María Mazzarello el sentido de la proporción. Siguió atendiendo a las niñas pequeñas en el dormitorio, con amor y delicadeza. Una chiquita, a quien los sabañones habían pegado pies, medias y zapatos, miró en derredor y creyendo que nadie la veía, se metió bajo las sábanas con zapatos y todo.

Madre Mazzarello advirtió la maniobra. No dijo nada. Bajó a la cocina en busca de una jofaina con agua tibia, gasa y algodón. Subió con todo ello junto a la cama de la niña y le dijo bajito:
—Vamos a ver esos piececitos. No tengas miedo, no te haré daño.


Con las flores de mayo llega la muerte

Enero de 1881. Las hermanas advierten que la salud de madre Mazzarello va declinando. Hay quien le dice que debe cuidarse un poco más, pero ella responde sonriendo:

—Es mejor para todos que me vaya. Así pondrán una superiora más intcligente que yo.

Viene el desplome mientras está acompañando a un grupo de misioneras que parten para América. Por un contratiempo le toca pasar la noche acurrucada en un rincón, vestida y temblando de fiebre. Por la mañana no puede ni siquiera ponerse en pie. "Pleuritis aguda", sentencia el médico. Cuarenta días de fiebre, lejos de su casa, atormentada con las famosas cataplasmas, única cura entonces conocida. Llega a Nizza, pálida y extenuada. La recibieron con una gran fiesta, que la conmovió. Dio las gracias con pocas palabras:

—En este mundo, pase lo que pase, no tenemos que alegrarnos ni entristecernos demasiado, Estamos en manos de Dios, que es nuestro padre, y hemos de estar siempre dispuestas a hacer su voluntad.

La caída llegó en la primavera. Tras los cristales de la ventana se veían las flores y la vegetación. Le gustaba oír el alboroto de las niñas que corrían y jugaban alegremente. Quiso hablar todavía una vez más con sus hermanas. Dijo:
—Quereos bien. Estad siempre unidas. Habéis dejado el mundo. No os fabriquéis otro aquí dentro. Pensad por qué entrasteis en la Congregación.

Estaba mal, pero no quiso entristecer a nadie hasta el fin. Más aún, hasta se esforzó por cantar. Dios vino a su encuentro al alba del 14 de mayo de 1881. Todavía logró murmurar: "Hasta volver a vernos en el cielo". Tenía cuarenta y cuatro años.


Bibliografía

MARIA P. GIUDICI, Una mujer de ayer y de hoy. EDB, Barcelona.
MARIA P GIUDICI, Madre y Maestra. EDB, Barcelona.
DOMENICO AGASSO, María Mazzarello, el mandamiento de la alegría Editorial CCS, Madrid.

Tomado del libro: "Familia Salesiana, Familia de Santos".
Escrito por Teresio Bosco S.D.B.
Editorial CCS. España

Carta a los jóvenes y salesianos del Oratorio de Valdocco




Roma, 10 de mayo de 1884



Muy queridos hijos en Jesucristo:Cerca o lejos, yo pienso siempre en vosotros. Uno solo es mi deseo: que seáis felices en el tiempo y en la eternidad. Este pensamiento y deseo me han impulsado a escribiros esta carta. Siento, queridos míos, el peso de estar lejos de vosotros, y el no veros ni oíros me causa una pena que no podéis imaginar. Por eso, habría deseado escribiros estas líneas hace ya una semana, pero las continuas ocupaciones me lo impidieron. Con todo, aunque falten pocos días para mi regreso, quiero anticipar mi llegada al menos por carta, ya que no puedo hacerlo en persona. Son palabras de quien os ama tiernamente en Jesucristo y tiene el deber de hablaros con la libertad de un padre. Me lo permitís, ¿no? Y me vais a prestar atención y poner en práctica lo que os voy a decir.He dicho que sois el único y continuo pensamiento de mi mente.


Pues bien, una de las noches pasadas, me había retirado a mi habitación y, mientras me disponía a entregarme al descanso, comencé a rezar las oraciones que me enseñó mi buena madre. En aquel momento, no sé bien si víctima del sueno o fuera de mí por alguna distracción, me pareció que se presentaban delante de mí dos antiguos alumnos del oratorio.Uno de ellos se acercó y, saludándome afectuosamente, me dijo:- Don Bosco, ¿me conoce?- ¡Pues claro que te conozco!, - le respondí.- ¿Y se acuerda aún de mí? - añadió.- De ti y de los demás. Tú eres Valfré, y estuviste en el oratorio antes de 1870.- Oiga, continuó Valfré, - ¿quiere ver a los jóvenes que estaban en el oratorio en mis tiempos?- Sí, házmelos ver, le contesté; me dará mucha alegría.Entonces Valfré me mostró todos los jovencitos con el mismo semblante, edad y estatura de aquel tiempo. Me parecía estar en el antiguo oratorio en la hora de recreo. Era una escena llena de vida, movimiento y alegría. Quien corría, quien saltaba, quien hacía saltar a los demás; quien jugaba a la rana, quien a bandera, quién a la pelota. En un sitio había reunido un corrillo de muchachos pendientes de los labios de un sacerdote que les contaba una historia; en otro lado había un clérigo con otro grupo jugando al burro vuela o a los oficios. Se cantaba, se reía por todas partes; y por doquier, sacerdotes y clérigos; y alrededor de ellos, jovencitos que alborotaban alegremente. Se notaba que entre jóvenes y superiores reinaba la mayor cordialidad y confianza.


Yo estaba encantado con aquel espectáculo. Valfré me dijo:- Vea, la familiaridad engendra afecto, y el afecto, confianza. Esto es lo que abre los corazones, y los jóvenes lo manifiestan todo sin temor a los maestros, asistentes y superiores. Son sinceros en la confesión y fuera de ella, y se prestan con facilidad a todo lo que les quiera mandar aquel que saben que los ama.Entonces se acercó a mí otro antiguo alumno que tenía la barba completamente blanca y me dijo:- Don Bosco, ¿quiere ver ahora a los jóvenes que están actualmente en el Oratorio? (Era José Buzzetti).- Sí, respondí, pues hace un mes que no los veo.Y me los señaló. Vi el oratorio y a lodos vosotros que estabais en recreo. Pero ya no oía gritos de alegría y canciones, ya no veía aquel movimiento, aquella vida de la primera escena.En los ademanes y en los rostros de algunos jóvenes se notaba aburrimiento, desgana, disgusto y desconfianza, que causaron pena a mi corazón. Vi, es cierto, a muchos que corrían y jugaban con dichosa despreocupación; pero otros - no pocos - estaban solos, apoyados en las columnas, presos de pensamientos desalentadores; otros andaban por las escaleras y corredores o estaban en los balcones que dan al jardín para no tomar parte en el recreo común; otros paseaban lentamente por grupos hablando en voz baja entre ellos, lanzando a una y otra parte miradas sospechosas y mal intencionadas; algunos sonreían, pero con una sonrisa acompañada de gestos que hacían no solamente sospechar, sino creer que san Luis habría sentido sonrojo de encontrarse en compañía de los tales; incluso entre los que jugaban había algunos tan desganados que daban a entender a las claras que no encontraban gusto alguno en el recreo.- ¿Has visto a tus jóvenes? - me dijo el antiguo alumno.- Sí que los veo, contesté suspirando.- ¡Qué diferentes de lo que éramos nosotros antaño!, exclamó aquel viejo alumno.- ¡Por desgracia! ¡Qué desgana en este recreo!- De aquí proviene la frialdad de muchos para acercarse a los santos sacramentos, el descuido de las prácticas de piedad en la iglesia y en otros lugares; el estar de mala gana en un lugar donde la divina Providencia los colma de todo bien corporal, espiritual e intelectual. De aquí la no correspondencia de muchos a su vocación; de aquí la ingratitud para con los superiores; de aquí los secretitos y murmuraciones, con todas las demás consecuencias deplorables.- Comprendo, respondí. Pero ¿cómo reanimar a estos queridos jóvenes para que vuelvan a la antigua vivacidad, alegría y expansión?- Con el amor.- ¿Amor? Pero ¿es que mis jóvenes no son bastante amados? Tú sabes cómo los amo. Tú sabes cuánto he sufrido por ellos y cuánto he tolerado en el transcurso de cuarenta anos, y cuánto tolero y sufro en la actualidad. Cuántos trabajos, cuántas humillaciones, cuántos obstáculos, cuántas persecuciones para proporcionarles pan, albergue, maestros, y especialmente para buscar la salvación de sus almas. He hecho cuanto he podido y sabido por ellos, que son el afecto de toda mi vida.- No hablo de ti.- ¿Pues de quién, entonces? ¿De quienes hacen mis veces: los directores, prefectos, maestros o asistentes? ¿No ves que son mártires del estudio y del trabajo y que consumen los anos de su juventud en favor de quienes les ha encomendado la divina Providencia?- Lo veo, lo sé; pero no basta; falta lo mejor.- ¿Qué falta, pues?- Que los jóvenes no sean solamente amados, sino que se den cuenta de que se les ama.- Pero, ¿no tienen ojos en la cara? ¿No tienen luz en la inteligencia? ¿No ven que cuanto se hace en su favor se hace por su amor?- No, repito; no basta.- ¿Qué se requiere, pues?- Que, al ser amados en las cosas que les agradan, participando en sus inclinaciones infantiles, aprendan a ver el amor en aquellas cosas que naturalmente les agradan poco, como son la disciplina, el estudio, la mortificación de sí mismos, y que aprendan a hacer estas cosas con amor.- Explícate mejor.- Observe a los jóvenes en el recreo.Observé. Después dije:- ¿Qué hay que ver de especial?- ¿Tantos años educando a la juventud y no comprende? Observe mejor. ¿Dónde están nuestros salesianos?Me fijé y vi que eran muy pocos los sacerdotes y clérigos que estaban mezclados entre los jóvenes, y muchos menos los que tomaban parte en sus juegos. Los superiores no eran ya el alma de los recreos. La mayor parte de ellos paseaban, hablando entre sí, sin preocuparse de lo que hacían los alumnos; otros jugaban, pero sin pensar para nada en los jóvenes; otros vigilaban de lejos, sin advertir las faltas que se cometían; alguno que otro corregía a los infractores, pero con ceño amenazador y raramente. Había algún salesiano que deseaba introducirse en algún grupo de jóvenes, pero vi que los muchachos buscaban la manera de alejarse de sus maestros y superiores.Entonces mi amigo continuó:- En los primeros tiempos del oratorio, ¿usted no estaba siempre con los jóvenes, especialmente durante el recreo? ¿Recuerda aquellos hermosos años? Era una alegría de paraíso, una época que recordamos siempre con cariño, por que el amor lo regulaba todo, y nosotros no teníamos secretos para usted.- ¡Cierto! Entonces todo era para mí motivo de alegría, y en los jóvenes entusiasmo por acercárseme y quererme hablar; existía verdadera ansiedad por escuchar mis consejos y ponerlos en práctica. Ahora, en cambio, las continuas audiencias, mis múltiples ocupaciones y la falta de salud me lo impiden.- De acuerdo; pero si usted no puede, ¿por qué no le imitan sus salesianos? ¿Por qué no insiste y exige que traten a los jóvenes como los trataba usted?- Yo les hablo e insisto hasta cansarme, pero desgraciadamente muchos no se sienten con fuerzas para arrostrar las fatigas de antaño.- Y así, descuidando lo menos, pierden lo más; y este más son sus fatigas. Que amen lo que agrada a los jóvenes, y los jóvenes amarán lo que les gusta a los superiores. De esta manera, el trabajo les será llevadero. La causa del cambio presente del oratorio es que un grupo de jóvenes no tiene confianza con los superiores.


Antiguamente los corazones todos estaban abiertos a los superiores, a quienes los jóvenes amaban y obedecían prontamente. Pero ahora, los superiores son considerados sólo como tales y no como padres, hermanos y amigos; por tanto, son temidos y poco amados. Por eso, si se quiere formar un solo corazón y una sola alma por amor a Jesús, hay que romper esa barrera fatal de la desconfianza y sustituirla por la confianza cordial. Así pues, que la obediencia guíe al alumno como la madre a su hijo. Entonces reinará en el oratorio la paz y la antigua alegría.- ¿Cómo hacer, pues, para romper esta barrera?- Familiaridad con los jóvenes, especialmente en el recreo. Sin familiaridad no se demuestra el afecto, y sin esta demostración no puede haber confianza. El que quiere ser amado debe demostrar que ama. Jesucristo se hizo pequeño con los pequeños y cargó con nuestras enfermedades. ¡He aquí el maestro de la familiaridad! El maestro al cual sólo se ve en la cátedra es maestro y nada más; pero, si participa del recreo de los jóvenes, se convierte en un hermano. Si a uno se le ve en el púlpito predicando, se dirá que no hace más que cumplir con su deber, pero, si dice en el recreo una buena palabra, es palabra de quien ama. ¡Cuántas conversiones no se debieron a alguna de sus palabras dichas de improviso al oído de un jovencito mientras se divertía! El que sabe que es amado, ama, y el que es amado lo consigue todo, especialmente de los jóvenes. Esta confianza establece como una corriente eléctrica entre jóvenes y superiores. Los corazones se abren y dan a conocer sus necesidades y manifiestan sus defectos.


Este amor hace que los superiores puedan soportar las fatigas, los disgustos, las ingratitudes, las molestias, las faltas y las negligencias de los jóvenes. Jesucristo no quebró la cana ya rota ni apagó la mecha humeante. He aquí vuestro modelo. Entonces no habrá quien trabaje por vanagloria; ni quien castigue por vengar su amor propio ofendido; ni quien se retire del campo de la asistencia por celo a una temida preponderancia de otros; ni quien murmure de los otros para ser amado y estimado de los jóvenes, con exclusión de todos los demás superiores, mientras, en cambio, no cosecha más que desprecio e hipócritas zalamerías; ni quien se deje robar el corazón por una criatura y, para adular a ésta, descuide a todos los demás jovencitos; ni quienes por amor a la propia comodidad, dejen a un lado el gravísimo deber de la vigilancia, ni quien por falso respeto humano, se abstenga de amonestar a quien necesite ser amonestado. Si existe este amor efectivo, no se buscará más que la gloria de Dios y el bien de las almas. Cuando languidece este amor, es que las cosas no marchan bien. ¿Por qué se quiere sustituir el amor por la frialdad de un reglamento? ¿Por qué los superiores dejan de cumplir las reglas que Don Bosco les dicto? ¿Por qué el sistema de prevenir desórdenes con vigilancia y amor se va reemplazando poco a poco por el sistema, menos pesado y más fácil para el que manda, de dar leyes que se sostienen con castigos, encienden odios y acarrean disgustos, y si se descuida el hacerlas observar, producen desprecio para los superiores y son causa de desórdenes gravísimos?Esto sucede necesariamente si falta familiaridad. Si, por tanto, se desea que en el Oratorio reine la antigua felicidad, hay que poner en vigor el antiguo sistema: El superior sea todo para todos, siempre dispuesto a escuchar toda duda o lamentación de los jóvenes, todo ojos para vigilar paternalmente su conducta, todo corazón para buscar el bien espiritual y temporal de aquellos a quienes la Providencia ha confiado a sus cuidados. Entonces los corazones no permanecerán cerrados ni reinarán ya ciertos secretitos que matan. Sólo en caso de inmoralidad sean los superiores inflexibles. Es mejor correr el peligro de alejar de casa a un inocente que quedarse con un escandaloso. Los asistentes consideren como un gravísimo deber de conciencia el referir a los superiores todo lo que sepan que de algún modo ofende a Dios.Entonces yo pregunté.- ¿Cuál es el medio principal para que triunfe semejante familiaridad y amor y confianza?- La observancia exacta del reglamento de la casa.- ¿Y nada más?- El mejor plato en una comida es la buena cara.Mientras mi antiguo alumno terminaba de hablar así y yo seguía contemplando con verdadero disgusto el recreo, poco a poco me sentí oprimido por un gran cansancio que iba en aumento. Esta opresión llegó a tal punto, que no pudiendo resistir por más tiempo, me estremecí y me desperté. Me encontré de pie junto a mi lecho. Mis piernas estaban tan hinchadas y me dolían tanto, que no podía estar de pie. Era ya muy tarde; por ello, me fui a la cama decidido a escribir estos renglones a mis queridos hijos.Yo no deseo tener estos sueños, porque me cansan demasiado.Al día siguiente me sentía agotado; no veía la hora de irme a la cama por la noche. Pero he aquí que, apenas me acosté, comenzó de nuevo el sueño.Tenía ante mí el patio, los jóvenes que están actualmente en el oratorio y el mismo antiguo alumno. Comencé a preguntarle:- Lo que me dijiste se lo haré saber a mis salesianos; pero, ¿qué debo decir a los jóvenes del Oratorio?Me respondió:- Que reconozcan lo mucho que trabajan y estudian los superiores, maestros y asistentes por amor a ellos, pues si no fuese por su bien, no se impondrían tantos sacrificios; que recuerden que la humildad es la fuente de toda tranquilidad; que sepan soportar los defectos de los demás, pues la perfección no se encuentra en el mundo, sino solamente en el paraíso; que dejen de murmurar, pues la murmuración enfría los corazones; y, sobre todo, que procuren vivir en la santa gracia de Dios.


Quien no vive en paz con Dios, no puede tener paz consigo mismo ni con los demás.- ¿Entonces me dices que hay entre mis jóvenes quienes no están en paz con Dios?- Esta es la primera causa del malestar, entre las otras que tú sabes y debes remediar sin que te lo tenga que decir yo ahora. En efecto, sólo desconfía el que tiene secretos que ocultar, quien teme que estos secretos sean descubiertos, pues sabe que le acarrearía vergüenza y descrédito. Al mismo tiempo, si el corazón no está en paz con Dios, vive angustiado, inquieto, rebelde a toda obediencia, se irrita por nada, se cree que todo marcha mal, y como él no ama, Juzga que los superiores tampoco le aman a él.- Pues, con todo, ¿no ves amigo mío, la frecuencia de confesiones y comuniones que hay en el oratorio?- Es cierto que la frecuencia de confesiones es grande, pero lo que falta en absoluto en muchísimos jóvenes que se confiesan es la firmeza en los propósitos. Se confiesan, pero siempre de las mismas faltas, de las mismas ocasiones próximas, de las mismas malas costumbres, de las mismas desobediencias, de las mismas negligencias en el cumplimiento de los deberes. Así siguen meses y meses e incluso anos, y algunos llegan hasta el final de los estudios. Tales confesiones valen poco o nada; por tanto, no proporcionan la paz, y si un jovencito fuese llamado en tal estado al tribunal de Dios, se vería en un aprieto.- ¿Hay muchos de esos en el oratorio?- Pocos, en comparación con el gran número de jóvenes que hay en casa. Fíjate. - Y me los iba indicando.- Miré, y vi uno por uno a aquellos jóvenes. Pero, en estos pocos, vi cosas que amargaron grandemente mi corazón. No quiero ponerlas por escrito, pero cuando vuelva quiero comunicarlas a cada uno de los interesados. Ahora os diré solamente que es tiempo de rezar y de tomar firmes resoluciones; de hacer propósitos no de boca, sino con los hechos, y de demostrar que los Comollo, los Domingo Savio, los Besucco y los Saccardi viven todavía entre nosotros.Por último pregunté a aquel amigo mío:- ¿Tienes algo más que decirme?- Predica a todos, mayores y pequeños, que recuerden siempre que son hijos de María Santísima Auxiliadora. Que ella los ha reunido aquí para librarlos de los peligros del mundo, para que se amen como hermanos y den gloria a Dios y a ella con su buena conducta; que es la Virgen quien les provee de pan y de cuanto necesitan para estudiar con innumerables gracias y portentos. Que recuerden que están en vísperas de la fiesta de su Santísima Madre y que, con su auxilio, debe caer la barrera de la desconfianza que el demonio ha sabido levantar entre jóvenes y superiores, y de la cual sabe aprovecharse para ruina de algunas almas.- ¿Y conseguirernos derribar esta barrera?- Sí, ciertamente, con tal de que mayores y pequeños estén dispuestos a sufrir alguna pequeña mortificación por amor a María y pongan en práctica cuanto he dicho.Entretanto yo continuaba observando a mis jovencitos, y ante el espectáculo de los que veía encaminarse a su perdición eterna, sentí tal angustia en el corazón que me desperté. Querría contaros otras muchas cosas importantísimas que vi; pero el tiempo y las circunstancias no me lo permiten.Concluyo: ¿Sabéis qué es lo que desea de vosotros este pobre anciano que ha consumido toda su vida por sus queridos jóvenes? Pues solamente que, guardadas las debidas proporciones, vuelvan a florecer los días felices del antiguo oratorio. Los días del amor y la confianza entre jóvenes y superiores; los días del espíritu de condescendencia y de mutua tolerancia por amor a Jesucristo; los días de los corazones abiertos con tal sencillez y candor, los días de, la caridad y de la verdadera alegría para todos. Necesito que me consoléis dándome la esperanza y la palabra de que vais a hacer todo lo que deseo para el bien de vuestras almas.Vosotros no sabéis apreciar la suerte de estar acogidos en el oratorio. Os aseguro, delante de Dios, que basta que un joven entre en una casa salesiana para que la Santísima Virgen lo torne enseguida bajo su especial protección.


Pongámonos, pues, todos de acuerdo. La calidad de los que mandan y la caridad de los que deben obedecer haga reinar entre nosotros el espíritu de san Francisco de Sales. Queridos hijos míos, se acerca el tiempo en que tendré que separarme de vosotros y partir para mi eternidad. (Nota del secretario: Al llegar aquí, Don Bosco dejó de dictar; sus ojos se inundaron de lágrimas, no a causa del disgusto, sino por la inefable ternura que se reflejaba en su rostro y en sus palabras; unos instantes después continuó): Por tanto, mi mayor deseo, queridos sacerdotes, clérigos y jóvenes, es dejaros encaminados por la senda del Señor, que Él mismo desea para vosotros.Con este fin, el Santo Padre, al cual he visto el viernes, 9 de mayo, os envía de todo corazón su bendición. El día de María Auxiliadora me encontraré en vuestra compañía ante la imagen de nuestra amorosísima Madre. Quiero que esta gran fiesta se celebre con toda solemnidad: que don José y don Segundo se encarguen de que la alegría reine también en el comedor. La festividad de María Auxiliadora debe ser el preludio de la fiesta eterna que hemos de celebrar todos juntos un día en el paraíso.



Vuestro afectísimo amigo en JesucristoJUAN BOSCO, Pbro.

lunes, 22 de septiembre de 2008

La experiencia de buscar juntos “lo que agrada a Dios”: El discernimiento

Muchas veces decimos que necesitamos tomarnos un tiempo para pensar, para discernir, especialmente si se trata de una decisión importante para nuestra vida y la vida de la comunidad; que sentimos muchos deseos de obrar en la presencia de Dios, de dejarnos inundar por su presencia, porque nuestro deseo más profundo es elegir “lo que a Dios le agrada” (Ef 5,10). ¿Cómo hacer?

Jesús nos dijo que Dios es el Dios de la Vida. Un Dios presente en el tiempo que buscó mirarse desde los hombres. Al tocar nuestra realidad la hizo plena para siempre, llenó nuestras expectativas y nuestras ansiedades. Al mismo tiempo, este Dios de la vida y de la historia es el Dios que “se hace cargo”. Dios se hizo cargo de la vida de cada uno de nosotros desde el momento que se hizo uno de nosotros en Jesús.

La espiritualidad del discípulo de Jesús nos propone encontrar al Dios de Jesús en la vida cotidiana, en mi vida y en la vida de los jóvenes con los que comparto mi fe.

De este modo se trata de un crecer en la fe viviendo, asumiendo la propia vida y viviéndola plenamente. Es ser “uno mismo” en el sentido más profundo de la palabra. Se trata de dejar que la vida de uno mismo se pronuncie, diga su íntima verdad. “Leer” la vida, “habitar la propia tierra” es la clave de lectura. En esta lectura original y propia de la vida hay un eco nuevo del mismo Evangelio. La Palabra de Dios que es nueva y la misma de siempre, se hace carne en la propia vida. Dios se está pronunciando continuamente en la propia vida.

La vida que vivimos todos los días se convierte en un proyecto personal en la medida que nos hacemos cargo de ella.


Con la Encarnación, Jesús nos mostró que Dios no es un ser ajeno a la vida, sino que está metido en ella. Si nosotros creemos en este Dios, nos vamos convirtiendo en gente que se hace cargo de la propia vida.

¿Qué significarse esto de “hacerse cargo”?

Se puede vivir la vida sin preocupaciones, o sea, dejándola pasar sin que “pase nada”, nada malo, pero tampoco nada bueno.

“Hacerse cargo” implica mirar lo que nos pasa, asumir la propia historia, mis capacidades y mis límites, mirándola desde dentro, enfrentando miedos y dificultades. El “hacerse cargo” es vivir “según Dios”. Construir la propia vida en diálogo con Él es lo que nos propone Jesús en el Evangelio. Y esto es lo grande: Dios no me propone construir la vida solo, sino con Él. ¡Acá está lo grande de su misericordia! No se trata de vivir solos: en la experiencia de la comunidad nosotros aprendemos a mirar la vida desde Dios.

¿Qué es, entonces, el discernimiento en una comunidad?

Es un proceso de búsqueda orante en el que una comunidad, a través de un diálogo sincero hecho en un clima de fe y de libertad interior,

• percibe la presencia activa de Dios
• y toma conciencia de lo que conviene hacer y de la manera de hacerlo
para que toda su vida esté constantemente orientada por el Espíritu y así hacer “siempre lo que le agrada al Padre” (Jn 8,19).

La clave del discernimiento es la renovación y transformación de la persona, que va haciendo cada vez más suya la mirada y las opciones de Jesús hasta las últimas consecuencias.

Condiciones para discernir:

1. Libertad interior para mirar la realidad y las personas sin defensas, ni bloqueos, ni prejuicios, ni apasionamientos.

2. Clima de oración clave para cuidar la libertad interior y para ver la realidad con una mirada guiada por el Espíritu. El discernimiento no es simplemente un método para encontrar las respuestas correctas, sino una cuestión de escucha y disponibilidad humilde a Dios presente en la historia.

3. Situarse en una perspectiva de fe que nos hace capaces de rastrear las huellas de Dios en los acontecimientos humanos y nos permite interpretar su Palabra y preguntarnos: ¿cuáles fueron las perspectivas de Jesús? ¿Cuáles son las que deben inspirar las nuestras?

4. Dios quiere nuestra cooperación en la búsqueda. En la asidua búsqueda de lo que a Dios le agrada, el Espíritu nos va regalando la mentalidad humana de Cristo que nos familiariza con su manera de ver, de sentir y de obrar.

Pasos:

1) Plantear claramente el tema para discernir comunitariamente.

2) Conocer muy bien la realidad sobre la que tomaremos una decisión con una información adecuada.

3) Mirar bien el corazón y observar cuáles son aquellas cosas que me bloquean y cuáles las que me liberan para avanzar en la decisión.

4) Hacemos una primera sesión de escucha del parecer de todos frente al tema. Mientras escribimos las resonancias internas de lo que se va diciendo.

5) Compartimos las resonancias que fuimos escribiendo y los sentimientos que se despiertan en cada uno a partir de lo escuchado.

6) Escuchamos la Palabra de Dios y en forma personal trato de “dejar pasar” a Dios por lo que hemos compartido descubriendo las luces y las sombras.

7) Compartimos lo que hemos rezado con la Palabra y buscamos los puntos comunes. Este ejercicio nos permitirá ponernos de acuerdo llegando a un consenso.

(fuente: www.pastoraldejuventud.org.ar)

viernes, 19 de septiembre de 2008

Carta a los ESTUDIANTES




Saludo de monseñor Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú, a los estudiantes con motivo de festejarse el Día de la Primavera(21 de septiembre de 2008)

En los primeros días de la Primavera el estado de ánimo de la gente, en general está mejor dispuesto. Y, al menos para los estudiantes, es signo de que las vacaciones están cada vez más cerca.
Esta estación del año se identifica con los jóvenes por la vitalidad, los colores en la creación, la luminosidad de los días. Toparse con la belleza y el aire perfumado en Septiembre es casi inevitable.
Son tiempos en los que se valora mucho la amistad. Es durante esta primavera de tu vida en la que empezás a reconocer a los buenos amigos, esos que quieren verte feliz y están siempre con vos en las buenas y también en las malas.
El 21 de Septiembre se celebra el “día del estudiante”. Ser estudiante es tener la posibilidad de crecer y desarrollarte, aprender cosas nuevas que te ayuden a vivir con más plenitud. Pero no sólo es aprender “cosas” o “materias”, sino sobre todo aprender a vivir. Esto se alcanza compartiendo logros y fracasos, alegrías y tristezas con tus compañeros y docentes.
Experimentás también que sin esfuerzo y sacrificio hay metas que no se alcanzan. A veces la experiencia es con dolor; otras se da más naturalmente.
Inmerso en las coordenadas de nuestro mundo ser estudiante constituye un privilegio en el presente y una herramienta prometedora en tu futuro, para poder alcanzar esos sueños que anidan en tu corazón.
Pero en la primavera, como en la vida, no todo es luz y vida. También hay penumbras y muerte.
Los conocés. También se inscriben en las coordenadas de nuestro mundo. Hay mucho mercenario dando vueltas. Son capaces de cualquier cosa con tal de ganar dinero. Hasta se disfrazan de “amigos” siendo aves de rapiña. Jesús los llamaba lobos con piel de cordero. Vos sabés quienes son.
Venden ilusiones y espejismos como si fueran realidades. Lucran con tus sueños. Te confunden porque te hacen ver algo parecido a lo que buscás y deseás, pero que al llegar ves que de lo prometido sólo hay arena y en vos más cansancio. No corras atrás de espejismos que engañan. No es lo mismo una carcajada que alegría, complicidad que amistad, emborracharte o limarte la cabeza que divertirte. La muerte y el diablo quieren reírse de vos y tus amigos con una botella en la mano. Pretenden llevarte a vivir en castillos de arena, iluminados por pompas de jabón. El resultado lo conocés: encierro, miedo, soledad, violencia. Como dice una canción: “hay caballos que se mueren potros sin galopar”.
Sos única, sos único; sos irrepetible. Tenés algo para dar que sólo está en tu corazón. Tu familia, tus amigos, tu barrio, el país —tu patria, nuestra tierra— te necesitan: no te quedes con los brazos cruzados. Se es más feliz en la medida en que se hace feliz a los demás. Se alcanza la propia felicidad en la medida en que uno se compromete con los demás. Vencé la tentación del egoísmo individualista.
Si ya te cansaste de placeres intensos pero fugaces pensá a lo grande, pero no como algunos “grandes”. No te achiques ni te vayas a menos. Dios quiere tu alegría plena y verdadera. Vos sos un grande para Dios: te reconoce por tu nombre y así te llama.
Cuidate de las ilusiones que te condenan a aislarte “en tu mundo”. San Pablo escribió: “sin amor soy nada; el amor no pasará jamás”.
Te cuento algunas certezas que pueden primaverearte la vida:


- Dios te ama siempre
- El amor te hace feliz, el odio no.
- Jesús te da la vida: la tuya y la de Él
- La vida es un regalo que Dios te hizo para que seas feliz
- Los anhelos más profundos en tu vida (libertad, paz, justicia, amor) son semillas que Dios sembró en tu corazón. Aprovechá la Primavera para hacerlas germinar.

Todos anhelamos amar y ser amados. Dios es Amor. Jesús confía en vos. Yo también y te bendigo.

¡¡Feliz Día!!
Mons. Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú

Sobre Espiritualidad Juvenil Salesiana

NUESTRO ESTILO

Don Bosco nos transmitió una modo de vivir y de trabajar, único; una combinación de vida y acción que nosotros conocemos como el espíritu salesiano. He aquí el resumen de sus características:

◘ Una atención especial al bienestar de la gente joven, allí donde estemos.
◘ Actitud de acogida y de afecto - vivida con espíritu abierto y cordial; disponibilidad a dar siempre el primer paso y hacer que los otros se sientan cómodos con nuestra amistad, respeto y paciencia.
◘ Alegría y Optimismo. No hay lugar para el desánimo ante las dificultades, sino más bien la aceptación serena y tranquila de todo lo que es bueno.
◘ Trabajo y Templanza o aprender a equilibrar una energía incansable y un trabajo duro con sencillez y moderación. Quiere decir también cómo frenar los impulsos del corazón a fin de mantenerse siempre ecuánime y sereno.
◘ Aceptación de la rutina diaria con alegría: “Aquí hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres”.
◘ Creatividad y flexibilidad - características de la presencia salesiana en el trabajo con los jóvenes.
◘ Una perspectiva realista de la vida acompañada de una exquisita atención a las insinuaciones del Espíritu manifestadas a través de los signos de los tiempos.
◘ Nuestro método educativo - “El Sistema Preventivo”- es un sistema basado enteramente en la razón, la religión y el amor, una experiencia espiritual y educativa original con los jóvenes y a través de ellos, para su salvación y la nuestra.
◘ Profunda confianza en Dios y una escucha constante de su voluntad como fundamento espiritual de nuestro trabajo. De este modo luchamos para mantener viva nuestra contribución a la obra creativa de Dios y a su presencia amorosa en la Historia.
(Fuente: Const. Art. 10-20)

ESPIRITUALIDAD JUVENIL SALESIANA

El secreto del éxito de Don Bosco educador es su intensa espiritualidad, es decir, aquella energía interior que une inseparablemente en él el amor de Dios y el amor del prójimo, de modo que logra hacer una síntesis entre evangelización y educación.

La Espiritualidad Salesiana, expresión concreta de esta caridad pastoral, constituye, pues, un elemento fundamental de la acción pastoral salesiana, es su fuente de vitalidad evangélica, su principio de inspiración y de identidad, su criterio de orientación.

Se trata de:

• Una espiritualidad a medida de los jóvenes, especialmente de los más pobres, que sabe descubrir la acción del Espíritu en su corazón y colaborar en su desarrollo.

• Una espiritualidad de lo cotidiano, que propone la vida ordinaria como lugar de encuentro con Dios.

• Una espiritualidad pascual de la alegría en la actividad, que desarrolla una actitud positiva de esperanza en los recursos naturales y sobrenaturales de las personas y presenta la vida cristiana como un camino de felicidad.

• Una espiritualidad de amistad y relación personal con el Señor Jesús, conocido y frecuentado en la oración, en la Eucaristía y en la Palabra.

• Una espiritualidad de comunión eclesial vivida en los grupos y, sobre todo, en la comunidad educativa, que une a jóvenes y educadores en un ambiente de familia alrededor de un proyecto de educación integral de los jóvenes.
• Una espiritualidad del servicio responsable, que suscita en jóvenes y adultos un renovado compromiso apostólico para la transformación cristiana del propio ambiente hasta el compromiso vocacional.

• Una espiritualidad mariana, que confía plenamente, con sencillez y seguridad, en la ayuda materna de la Virgen.

Esta espiritualidad ayuda a discernir y a afrontar los desafíos de la acción pastoral y crea unidad entre todos los que comparten la misión y colaboran en ella.

Una adaptación particular
Una espiritualidad de lo cotidiano, que propone la vida ordinaria como lugar de encuentro con Dios y con los hombres.
Una espiritualidad pascual de la alegría en la actividad, que desarrolla una actitud positiva y presenta la vida cristiana como un camino de felicidad.

Una espiritualidad de amistad y relación personal con el Señor Jesús, conocido y frecuentado en la oración, en la Eucaristía y en la Palabra.
Una espiritualidad de comunión vivida en la comunidad educativa, que une a jóvenes y educadores en un proyecto de educación integral.
Una espiritualidad del servicio responsable, que suscita en jóvenes y adultos un renovado compromiso para la transformación cristiana del propio ambiente.
Una espiritualidad mariana, que confía plenamente, con sencillez y seguridad, en la ayuda materna de la Virgen.
Una espiritualidad a medida de los jóvenes, especialmente de los más pobres, que sabe descubrir la acción del Espíritu en su corazón y colaborar en su desarrollo.

jueves, 18 de septiembre de 2008

San Jose de Cupertino-Patrono de los Estudiantes


José nació en 1603 en el pequeño pueblo italiano llamado Cupertino. Sus padres eran sumamente pobres. El niño vino al mundo en un pobre cobertizo pegado a la casa, porque el papá, un humilde carpintero, no había podido pagar las cuotas que debía de su casa y se la habían embargado.- A los 17 años pidió ser admitido de franciscano pero no fue admitido. Pidió que lo recibieran en los capuchinos y fue aceptado como hermano lego, pero después de ocho meses fue expulsado porque era en extremo distraído. Dejaba caer los platos cuando los llevaba para el comedor. Se le olvidaban los oficios que le habían puesto. Parecía que estaba siempre pensando en otras cosas. Por inútil lo mandaron para afuera.- Al verse desechado, José buscó refugio en casa de un familiar suyo que era rico, pero él declaró que este joven "no era bueno para nada", y lo echó a la calle. Se vio entonces obligado a volver a la miseria y al desprecio de su casa. La mamá no sintió ni el menor placer al ver regresar a semejante "inútil", y para deshacerse de él le rogó insistentemente a un pariente que era franciscano, para que lo recibieran al muchacho como mandadero en el convento de los padres franciscanos.- Sucedió entonces que en José se obró un cambio que nadie había imaginado. Lo recibieron los padres como obrero y lo pusieron a trabajar en el establo y empezó a desempeñarse con notable destreza en todos los oficios que le encomendaban. Pronto con su humildad y su amabilidad, con su espíritu de penitencia y su amor por la oración, se fue ganando la estimación y el aprecio de los religiosos, y en 1625, por votación unánime de todos los frailes de esa comunidad, fue admitido como religioso franciscano.- Lo pusieron a estudiar para presentarse al sacerdocio, pero le sucedía que cuando iba a presentar exámenes se trababa todo y no era capaz de responder. Llegó uno de los exámenes finales y el pobre Fray José la única frase del evangelio que era capaz de explicar completamente bien era aquella que dice: "Bendito el fruto de tu vientre Jesús". Estaba asustadísimo pero al empezar el examen, el jefe de los examinadores dijo: "Voy a abrir el evangelio, y la primera frase que salga, será la que tiene que explicar". Y salió precisamente la única frase que el Cupertino se sabía perfectamente: "Bendito sea el fruto de tu vientre".- Llegó al fin el examen definitivo en el cual se decidía quiénes sí serían ordenados. Y los primeros diez que examinó el obispo respondieron tan maravillosamente bien todas las preguntas, que el obispo suspendió el examen diciendo: ¿Para qué seguir examinando a los demás si todos se encuentran tan formidablemente preparados?" y por ahí estaba haciendo turno para que lo examinaran, el José de Cupertino, temblando de miedo por si lo iban a descalificar. Y se libró de semejante catástrofe por casualidad.- Ordenado sacerdote en 1628, se dedicó a tratar de ganar almas por medio de la oración y de la penitencia. Sabía que no tenía cualidades especiales para predicar ni para enseñar, pero entonces suplía estas deficiencias ofreciendo grandes penitencias y muchas oraciones por los pecadores. Jamás comía carne ni bebía ninguna clase de licor. Ayunaba a pan y agua muchos días. Se dedicaba con gran esfuerzo y consagración a los trabajos manuales del convento (que era para lo único que se sentía capacitado).- Desde el día de su ordenación sacerdotal su vida fue una serie no interrumpida de éxtasis, curaciones milagrosas y sucesos sobrenaturales en un grado tal que no se conocen en cantidad semejante con ningún otro santo. Bastaba que le hablaran de Dios o del cielo para que se volviera insensible a lo que sucedía a su alrededor. Ahora se explicaban por que de niño andaba tan distraído y con la boca abierta. Un domingo, fiesta del Buen Pastor, se encontró un corderito, se lo echó al hombro y al pensar en Jesús, Buen Pastor, se fue elevando por los aires con cordero y todo.- Los animales sentían por él un especial cariño. Pasando por el campo, se ponía a rezar y las ovejas se iban reuniendo a su alrededor y escuchaban muy atentas sus oraciones. Las golondrinas en grandes bandadas volaban alrededor de su cabeza y lo acompañaban por cuadras y cuadras.- Sabemos que la Iglesia Católica llama éxtasis a un estado de elevación del alma hacia lo sobrenatural, durante lo cual la persona se libra momentáneamente del influjo de los sentidos, para contemplar lo que pertenece a la divinidad. San José de Cupertino quedaba en éxtasis con mucha frecuencia durante la Santa Misa, cuando estaba rezando los salmos de la S. Biblia. Durante los 17 años que estuvo en el convento de Grotella sus compañeros de comunidad presenciaron 70 éxtasis de este santo. El más famoso sucedió cuando 10 obreros deseaban llevar una pesada cruz a una montaña y no lo lograban. Entonces Fray José se elevó por los aires con cruz y todo y la llevó hasta la cima del monte.- El Papa Benedicto XIV que era rigurosísimo en no aceptar como milagro nada que no fuera en verdad milagro, estudió cuidadosamente la vida de José de Cupertino y declaró: "Todos estos hechos no se puede explicar sin una intervención muy especial de Dios".- Los últimos años de su vida, José fue enviado por sus superiores a conventos muy alejados donde nadie pudiera hablar con él. La gente descubría donde estaba y corrían hacia allá. Entonces lo enviaban a otro convento más apartado aún. El sufrió meses de aridez y sequedad espiritual (como Jesús en Getsemaní) pero después a base de mucha oración y de continua meditación, retornaba otra vez a la paz de su alma. A los que le consultaban problemas espirituales les daba siempre un remedio: "Rezar, no cansarse nunca de rezar. Que Dios no es sordo ni el cielo es de bronce. Todo el que pide, recibe".- Murió el 18 de septiembre de 1663 a la edad de 60 años. Que Dios nos enseñe con estos hechos tan maravillosos, que Él siempre enaltece a los que son humildes y los llena de gracias y bendiciones.-

PROYECTO DE VIDA


Proyecto de Vida


Carmen Lucia Texeira y Lourival Rodríguez da Silva
Casa de Juventude Pe. Burnier – Brasil

¿Cómo organizar nuestra vida de modo que podamos ser felices y ayudar a otra personas a ser, también felices?
No tenemos dudas de que nuestra vida es un don precioso y de ella tenemos que cuidar. Somos seres raros, preciosos, en los cuales el universo invirtió billones y billones de años para que pudiéramos existir. Cuidar de esta riqueza es vivir bien, es organizar la vida para que seamos felices. Sin embargo, el ser humano, diferente de otras especies, presupone tener un sentido para la vida, tener una causa por la cual se puede luchar, una razón que nos mantiene vivos y vivas.
Vos sos nuestro invitado/a a soñar con “otro mundo posible”. Cuidando de vos mismo y de tu proyecto personal, podrás cuidar mejor de las personas y del mundo que te rodea: tu familia, tus amigos, tus colegas, tu novia/o , tu casa, tu cuarto... Cuidar de la Tierra: el aire, el agua, las plantas, los animales y todo lo que en ella habita. Riqueza es esto: las personas y el planeta y no el dinero como mucha gente piensa que es. El dinero es solo representación de la riqueza. Vamos a educarnos para indignarnos frente a la injusticia, para comunicar la cultura de la paz y para contemplación de lo bello que nos envuelve y de la gratuidad de la apertura de Dios para con nosotros.

¿Por qué elaborar un Proyecto de Vida?
Proyectar la vida es tomar la historia en nuestras manos. Es hacer elecciones. Organizar el camino. Buscar una causa que alimente toda la vida. Es dar sentido a nuestra existencia analizando oportunidades, planeando los pasos para así tener un mundo feliz.
Proyectar la vida es ir contra la corriente, ser persona, ser revolucionario en una sociedad que no da tiempo para pensar, decidir y elegir el rumbo. Es poder decir sí a la vida, eligiendo valores que nos hagan mas humanos. Es poder decir no al consumismo, a la destrucción de la naturaleza. Proyectar la vida es usar la inteligencia para posibilitar el surgimiento de un bien mayor.
Para los cristianos es asumir la misión de Jesús, colocar a la persona en el centro (Mc3,1-6), ser libre y liberador de las ataduras que impiden al pueblo vivir feliz. El cristiano esta llamado a construir un mundo que sea “Civilización del amor”, “Reino de Dios”. El Proyecto de Vida precisa considerar esa meta, planificando momentos de revisión de vida, de practica y evaluación para que nuestra vida tenga coherencia y su fruto sean la solidaridad y la ternura en las relaciones y en la defensa de la justicia y de la paz.

Pasos del camino

1. Comprendiendo mi historia
Describí tus características personales:
v ¿Cómo te describirías a vos mismo?
v ¿Qué cosas en tu vida son una “constante”, qué cosas no cambian y te dan estabilidad?
v ¿Cuales son tus compromisos?
v ¿En qué ocupas la mayor parte de tus energías?

2. Mirando la situación en que vivís
· Describí la situación local donde vivís, destaca algunos aspectos: situación económica, social, cultural, religiosa...
· ¿Qué sentís que te exige tu realidad cotidiana?

3. Soñando con un posible Nuevo Mundo
Ø ¿Qué cualidades debe tener una persona? ¿Cuáles son las condiciones para que alguien se pueda realizar como persona? ¿Qué derechos es necesario que sean garantizados? ¿Qué proyecto de humanidad deseas ayudar a construir?
Ø ¿Cómo imaginas la sociedad ideal para que todos vivamos? ¿Cómo serian las escuelas? ¿Cómo seria la salud? ¿Cómo podrían ser las casas? ¿Cómo seria la relación con el planeta? ¿Cómo podrían ser las relaciones de genero (relaciones de genero son relaciones que envuelven poder, que se construyen día a día entre hombres y mujeres, mujeres y mujeres, hombres y hombres)? ¿Qué proyecto de sociedad soñas?
Ø ¿En que confías? ¿Quién es Dios para vos? ¿Quién es Jesucristo? ¿Qué es el Reino de Dios? ¿Qué modelo de Iglesia soñas?

4. Repensando mi situación
ü ¿Cuáles de las cosas que realizas te dan placer (trabajo, estudio, recreación, servicios pastorales/culturales o sociales)?
ü ¿De que forma realizas estas actividades? ¿Cómo te gustaría realizarlas?
ü ¿En qué actividades te gustaría centrar tus energías?

5. Repensando mi vida personal
Õ ¿Cómo anda la relación con vos mismo?
Õ ¿Cómo anda tu relación con las demás personas?
Õ Lo que haces ¿acerca o aleja a las personas? ¿a cuales?
Õ Construí una red de tus relaciones: Coloca tu nombre en el medio de una hoja y separa flechas hacia las relaciones que construís (familia, amigos, novia/o, escuela, trabajo, Iglesia, grupos culturales o deportivos, etc.)
¿Quiénes son, para VOS, estas personas?
¿Qué importancia tienen en tu vida?
¿Qué piensan ellas de lo que vos haces, sentís, vivís?
¿Qué influencias tienen estas personas-grupos sobre vos?
¿Qué cosas sentís que debes cambiar en tu relación con ellas?

6. Asumiendo decisiones
© A partir de todo lo realizado, podés ir descubriendo claves que te permitirán ir armando tu proyecto de vida. Esas “claves” son los valores, las experiencias que ELEGÍS vivir y que por lo tanto va a ir animando tus decisiones en el camino.
© Intentá poner en palabras algunas de esas “claves”, que se relacionan con algunos de estos aspectos:
q Vida familiar
q Relaciona afectiva – sexual
q Estudio y preparación profesional
q Vida eclesial y pastoral
q Vida del trabajo
q Vida social, cultural y deportiva
q Vida cotidiana
q Relación con vos mismo
q Relación con Dios

7. Abriendo caminos
· Realiza un listado de recursos y personas a las que podes acudir para que te ayuden a hacer real tu proyecto de vida.

ESPIRITUALIDAD


Esto que soy, eso te doy (E. Meana)


La canción que te invito a que recorramos juntos es:


ESTO QUE SOY, ESO TE DOY


A veces te pregunto “¿por qué yo?” y sólo me respondes “porque quiero”.Es un misterio grande que nos llames así, tal como somos, a tu encuentro.Entonces redescubro una verdad: mi vida, nuestra vida es un tesoro.Se trata entonces sólo de ofrecerte con todo nuestro amor, esto que somos.

¿QUÉ TE DARÉ?, ¿QUÉ TE DAREMOS?,¡SI TODO, TODO, ES TU REGALO!TE OFRECERÉ, TE OFRECEREMOSESTO QUE SOMOS...ESTO QUE SOY, ¡ESO TE DOY!


Esto que soy, eso es lo que te doy. Esto que somos es lo que te damos.Tú no desprecias nuestra vida humilde, se trata de poner todo en tus manos.Aquí van mis trabajos y mi fe, mis mates, mis bajones y mis sueños;y todas las personas que me diste desde mi corazón te las ofrezco.


Vi tanta gente un domingo de sol. Me conmovió el latir de tantas vidas...y adiviné tu abrazo gigantesco y sé que sus historias recibías.Por eso tu altar luce vino y pan: son signo y homenaje de la vida.Misterio de ofrecerte y recibirnos, humanidad que Cristo diviniza.

Primera semilla: “¡Ya sé cómo sos!”Imaginate Tierra del Fuego en invierno, en un campo helado, frente al mar.Allí empezó a nacer esta canción... Yo era Padre director de una escuela agrícola, con muchos alumnos adolescentes de muy lejos, que por eso estudiaban y a la vez vivían allí.Cada anochecer, tras la Misa en comunidad, caminaba sobre el hielo crujiente o la nieve fresca, y en ese bajocero cortante dejaba que fluyera, crudo, el rezo en voz alta.Le ponía palabras a lo que el día había traído sobre mis espaldas de joven director. El peso de lo mío, el peso de los demás... sobre todo el de los jóvenes allí residentes.Procuraba en mi trabajo cotidiano dar ese “plus” de amor que la situación exigía, pero... a veces sentía mi servicio insuficiente, y a la vez agotador.Por darte un ejemplo, antes de dormir pasaba saludándolos, uno por uno, pensando en sus familias lejanas y extrañadas; pero... sentía que “yo no daba la talla” ante tanta necesidad de consejo y acompañamiento.Hasta que una vez en que me dolían mis impotencias, ahí en la noche escarchada le pedí explicaciones a Dios: “¿Por qué yo, que soy tan limitado? ¿Por qué me ponés como Padre, si estos pibes, y la Escuela, y estos hermanos, necesitan a alguien más maduro, más sólido, más Padre?”.Y emergió un eco grave: “Ya sé como sos... Estás ahí porque yo quiero: Da lo que sos”.
Creo que ese día marcó un antes y después en mi espiritualidad.En mi relación interior conmigo mismo, con Dios, con todos.Súbitamente vi que yo creía que había que ser “perfecto”, intachable, siempre 10 puntos en todo. Vi que en mi formación se coló un perfeccionismo disfrazado de cristianismo. Una mentalidad de “¡a Dios lo mejor!”... Pero entonces, ¿qué hago con lo peor? ¿Qué hago con lo peor de mí, con mis sombras, con mi pecado, con mis límites?Esa noche, bramante el mar cercano, supe que a Dios hay que darle todo. Todo.No lo que uno “quisiera ser” sino lo que uno “es”.No a mi yo perfecto, que sólo existe en mi imaginación. Sino a mí mismo, completo, integral. No mi yo desde un moralismo que exalte lo “bueno”... y barra bajo alguna alfombra lo “malo”; sino a mi yo total, mi yo-ante-Dios, mi “mismidad” fluyente, mi yo “existencial”.
Eso quiero compartirte: el relato y la propuesta de un paso hacia una fe más curtida y real y “pascual”.Una fe siempre joven, más allá de esa fe adolescente –por lo “egocentrada” – a veces tan ingenuamente borracha de blanconegros e idealizaciones.Dios te ama. A vos. No ama una imagen perfecta e intemporal de vos, sino a vos.No abraza a un abstracto ideal intachable de hijo, sino al concreto hijo perdido y rescatado.El problema es que nosotros no amamos nuestra realidad: en nuestro perfeccionismo se encubre nuestra soberbia... nos encantaría ser perfectos, y nos creemos que Dios avala esa búsqueda de pedestal.Y por eso (nos) mentimos bastante.Pero cuando te amás como Dios te ama -con ese realismo misericordioso con que Dios pone su Reino en manos de hombres limitados-, empezás a reconciliarte, y a curarte, y a descubrir tus límites como lugares donde dejarte abrazar por Dios... y por los demás.Y te agotás menos y rendís más: porque tu “yo perfeccionista” sólo está satisfecho con lo que te sale perfecto, y colapsa ante cualquier fracaso real o imaginario; en cambio tu yo “esto que soy, eso te doy”, da con sencillez lo que puede, y acepta con más humor lo que no puede.Y en el borde de tus límites te asombrás de un Dios que actúa –pues ya perdida tu omnipotencia activista, le reconociste su espacio.Y empezás a ver la historia, la tuya y la nuestra, como limitado pero santo lugar de despliegue de ese Reino que crece en y desde los ritmos de lo humano, tan pequeño, tan sagrado. Lo que sos-das, es tal lugar.
¿Será por eso que esta canción ha llegado a muchos corazones?¿Será que muchos jóvenes –de cualquier edad– necesitamos ofrecer a Dios no sólo el ideal que buscamos sino sobre todo la realidad que somos?¿Será que muchos necesitan ofrecerle a Dios lo que son, desde una mayor aceptación de sí mismo?(Serena “aceptación” como base de la salud psicológica, correlativa a la luminosa “humildad” como base de la entrega heroica que llamamos santidad).La sustancia de las dos primeras estrofas y del estribillo nacieron así; aunque esas intuiciones aún tardarían años en plasmarse como canción. (Es que aún faltaban cosas por descubrir y nombrar).En una próxima entrega te haré llegar las “semillas” que aportan las restantes estrofas de esta canción.
¡Un abrazo!P. Eduardo Meana, SDB

lunes, 15 de septiembre de 2008

Té y Desfile de Modas a beneficio del Colegio Don Bosco de San Juan

El pasado Sábado 13 de septiembre, en el Salón de Actos del Colegio Don Bosco de San Juan, la Asociación de María Auxiliadora (A.D.M.A.) organizó, como todos los años, un Té a beneficio de la obra salesiana de esa Provincia.

Al igual que el año pasado, gracias a la colaboración de Modas "Olga", se realiza un Desfile de Modas, las modelos fueron chicas que son hijas de las señoras que participan de A.D.M.A. y algunas que participan en los movimientos juveniles del Colegio Don Bosco, como así también algunas señoras se animaron a desfilar por la pasarela.


Dicho evento contó con la animación de Jorge Carrizo y Verónica Recio quienes matizaron la tarde presentando a las modelos e intercalando algunos chistes para animar a todos los presentes.

Estela de Recio, actual Presidente de A.D.M.A., nos comen de su alegría por la gran convocatoria que tuvo este año y de las actividades de esta asociación. Estela nos dijo que "A.D.M.A. en San Juan está en un momento de transición, necesitamos renovarnos buscando también incorporar a jóvenes para que nos unamos en este espacio salesiano".

Las señoras de A.D.M.A. participarán en un encuentro de familia salesiana a realizarse el próximo sábado.

Este grupo salesiano sigue trabajando en silencio por nuestros jóvenes, al estilo que nos propuso Don Bosco. A.D.M.A. tiene una reunión mensual todos los días 24 de cada mes en el Colegio Don Bosco, en donde los temas formativas se centran en la devoción a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora. Se organizan actividades apostólicas como visitas a escuelas no confesionales, geriátricos y al Hospital "Dr. Guillermo Rawson".

Las señoras de A.D.M.A. prestan su desinteresada colaboración a los demás Movimientos Juveniles de la Casa apoyando sus actividades como encuentros, retiros y misiones, como así también en las propuestas que lleva adelante el Colegio Don Bosco.

lunes, 8 de septiembre de 2008

El joven y el paracaídas

Un joven turista se encontraba en las playas de Cancún y era la primera vez que subiría en un paracaídas jalado por una lancha. Si conoces la playa, sabes que los lancheros prestan ese servicio, que consiste en que un paracaídas es amarrado por una cuerda a una lancha.

Entonces, la lancha inicia su recorrido mar adentro, con el turista sujeto al paracaídas con un arnés. Este corre con el paracaídas en la playa por unos instantes, hasta el momento en que el turista despega los pies del suelo, el paracaídas se eleva hasta el cielo y la persona junto con él.

Imagínate, el joven no sabía nadar y tenía las siguientes preguntas en su cabeza:

¿Qué pasará si la lancha me arrastra mar adentro, antes de que me eleve el paracaídas?
¿Qué tal si una vez en el cielo, me caigo de semejante altura?

A pesar del miedo, decidió actuar y confiar en la incertidumbre. Sabía que era una experiencia nueva y era natural tener miedo. Pero también sabía que la vida es eso, experiencias nuevas y que tenía que estar abierto ante la vida.

Se puso el arnés. Escuchó con nerviosismo las últimas indicaciones del instructor. “Ruuuuuum” se escuchó el sonido del motor de la lancha que iniciaba su recorrido al mar. El joven comenzó a caminar al principio y después a correr a medida que la velocidad aumentaba.

Y llegó el momento en que tuvo que pegar un salto para evitar caer al mar “¡Guuuuuaaaaaauuuuuu!” no lo podía creer, el paracaídas se elevó y en cuestión de segundos, estaba a muchos metros encima, viendo el mar y los hoteles de la ciudad, como si fueran casas de juguete. Y sintió paz.

“Qué emocionante, nunca me hubiera imaginado que sería tan fácil y divertido” y disfrutó de la hermosa vista desde el cielo.

¿Qué podemos aprender de este joven? Es natural tener miedo ante lo desconocido. La imaginación crea mil y un fantasmas pero son eso. Fantasmas. No existen en realidad y son auto-creados.

Mi pregunta es: ¿Cuántos de nosotros evitamos tener experiencias nuevas por temor a lo desconocido?

Aún más fuerte: ¿Cuántos miedos imaginarios has acumulado durante tu vida, que te han evitado experimentar cosas nuevas y ser feliz?

“Muchos sinsabores he tenido en la vida, la mayoría de los cuales nunca me han ocurrido”. Exacto. Si analizas tu vida a la luz del pasado, descubrirás que lo que más temes nunca pasó y cuando sucedió, resultó ser una experiencia única y placentera.

Te invito a que busques dentro de ti, aquello que has evitado hacer por mucho tiempo, por culpa de esos fantasmas imaginarios y lo hagas.

¿Y quién sabe? Quizás disfrutes de una hermosa vista del cielo, como el joven de la playa.