lunes, 16 de agosto de 2010

Don Bosco, Padre y Maestro de la Juventud

Hablar de San Juan Bosco es referirnos al "Padre y Maestro de los Jóvenes". Su particular secreto ha consistido en mantener viva en la juventud la esperanza de mejora para el futuro. Desde sus años juveniles, desde los primeros meses de su sacerdocio, en la ciudad de Turín (Italia), Don Bosco entró en contacto con jóvenes encarcelados y con otros sometidos a dramáticas situaciones humanas. Aprendió a ver en esos seres descarriados infinidad de cualidades y valores; un corazón, un alma desalentada que pide a gritos un amigo del cual sostenerse. Esta comprensión sólo puede venir de alguien que padeció en carne propia muchas de las mismas calamidades que ellos: orfandad, hambre e infinitas humillaciones para poder salir adelante en la vida.

Nacido en Castelnuovo d'Asti, el 16 de agosto de 1815, en una humilde familia de campesinos. Su padre Francisco, un sencillo labriego, murió cuando Juanito apenas tenía dos años y medio. La mamá, Margarita, analfabeta y muy pobre, tuvo que encargarse ella sola de levantar a sus dos pequeños hijos, Juan y José, y al hermanastro Antonio, hijo de un primer matrimonio de Francisco, y cuidar además de la anciana suegra, paralizada en una silla.

Así Juan Bosco experimenta no sólo la pobreza, sino la orfandad del padre y pasa por miles de penurias y peripecias que providencialmente marcarán su vida y su misión: consagrar su existencia a los jóvenes.

Juanito Bosco deseaba mucho estudiar pero en la vereda no existían escuelas y no había dinero para ir al pueblo a estudiar. Un tío campesino le enseñó a leer, y el niño Bosco empleaba todas las horas libres que le dejaban los trabajos del campo en leer y aprender el catecismo y la Historia Sagrada.

A los 9 años tiene Juanito Bosco el primero de sus 159 sueños proféticos. Se le aparece Nuestro Señor junto con la Virgen María y le presentan un montón de fieras que luego se convierten en corderos. Luego le muestra una multitud de jóvenes y le dicen: "Este será tu oficio: cambiar jóvenes tan difíciles como fieras, en buenos cristianos tan dóciles como corderitos".

A Juan Bosco sus estudios le cuestan verdaderos sacrificios. No porque no tuviera cualidades, pues poseía una memoria prodigiosa que le permitía recordar todo lo que leía y escuchaba, sino porque su pobreza era total. Esto, aunado a los celos de su hermanastro que resentía tener que trabajar todo el tiempo mientras que Juan se dedicaba más a estudiar que a trabajar en el campo, obligan a Juan Bosco a dejar su casa y emplearse en la granja de los Moglia. Allí, a pesar del trabajo duro durante el día, saca fuerzas para leer, a la luz de una vela, sus libros durante las noches. Dos años más tarde logra regresar a su casa; su hermanastro tiene una parte de la tierra para él solo. Ya más sosegado, deja tranquilo a Juan.

Juan Bosco le habla a su madre Margarita de su deseo de ser sacerdote. Debe ir a Castelnuovo a estudiar, pero no tiene recursos. Providencialmente conoce al Padre Calosso quien lo ayuda a comenzar sus estudios. Al año, el Padre Calosso muere; y con él, muere también la ayuda económica que recibía.

En una feria logra obtener algo de dinero subiendo al tope del palo engrasado llamado "el árbol de la felicidad". Aún así tuvo que pedir limosnas entre los vecinos y recibir la ayuda del párroco de Castelnuovo para poder asistir al colegio. Nunca supo lo que fue comprar libros nuevos o estrenar vestidos. Todo era de segunda mano. Pero esta pobreza lo hará enormemente comprensivo más tarde con los jóvenes pobres carentes de medios económicos para poder estudiar, y lo llevará a dedicar toda su vida a procurar facilidades de estudio para los niños más necesitados.

Don Bosco aprendió a convertirse en líder de los jóvenes con los que creció, muchos de los cuales tenían serios problemas de comportamiento. Se dio cuenta que para acercarse a estos muchachos, debía desarrollar algunas destrezas. Aprendió que combinando el entretenimiento con la enseñanza y la oración, se podían conseguir resultados positivos. Fascinados por sus piruetas y actos de magia, los jóvenes quedaban dispuestos a escuchar alguna lección o a rezar con Juan Bosco.

Una vez ordenado sacerdote en Turín, tras años de sacrificios y esfuerzos personales, dedica todas las fuerzas de su rica naturaleza y su infatigable celo a crear obras educativas para la juventud abandonada, a defender la fe del pueblo y a colaborar en la evangelización de tierras lejanas. En Italia a los sacerdotes se les da el título de "Don" acompañado de su apellido paterno; de allí que Juan Bosco se convirtiera en "Don Bosco".

Como resultado de la Revolución Industrial, la pobreza y desolación abundaba en el norte de Italia. Muchos jóvenes vivían en el abandono y la desolación.

El Padre José Cafasso lo invita a que lo acompañe a la prisión donde era capellán. El ver Don Bosco la cantidad de niños con edades comprendidas entre los doce y los dieciocho años de edad, todos saludables, fuertes, inteligentes, pero con grandes carencias de alimento espiritual y corporal, lo horrorizan. En ese momento, Don Bosco toma la decisión de usar cualesquiera medios a su alcance para prevenir que niños fuertes y saludables como esos, terminaran en la cárcel. Don Bosco necesitaba demostrarles que había mejores formas para estos muchachos de orientar sus vidas.

En 1848, Don Bosco pronuncia una frase que marca toda su vida y su trabajo apostólico: "le he prometido a Dios que hasta mi último respiro sería para mis queridos jóvenes".

San Juan Bosco sabía que la educación era un elemento básico para lograr el cambio. Don Bosco comenzó escuelas técnicas donde los jóvenes pudiera aprender lo suficiente como para trabajar en imprentas, encuadernado de libros y mecánica. Estas habilidades les garantizaban mejores condiciones y un futuro más promisor para ellos.

El 8 de diciembre del 1859, en Turín, Valdocco, con 17 miembros (un sacerdote, 15 clérigos y un estudiante) funda la congregación salesiana, bajo el nombre de "Pía sociedad de San Francisco de Sales" en honor del santo más amable que ha existido después del nacimiento de Jesucristo: San Francisco de Sales.

Es que necesitaba que sus educadores imitaran a este amable santo en tratar bien a los destinatarios. Ya el 2 de febrero de 1860 acepta en su sociedad al primer laico coadjutor. Durante ese mismo año, funda la primera casa salesiana, en Mirabello, en las afueras de Turín.

El 23 de julio de 1864 la Santa Sede reconoce la nueva Sociedad como agrupación de consagrados y unos cinco años más tarde, el 1 de marzo de 1869, la aprueba y, el 3 de abril de 1874, aprueba sus Estatutos.

En 1872, con la colaboración de María Dominica Mazzarello, funda el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora quienes se dedican a educar a la juventud pobre. Y el 9 de noviembre de 1875, funda la primera casa salesiana fuera de Italia, en Niza, Francia.

En el año de 1877 imprime su tratadito en torno a su sistema educativo: "Tratadito sobre el sistema preventivo" y, poco tiempo después, comienza la publicación del Boletín Salesiano. Durante los últimos años de su vida da comienzo a la asociación de los Cooperadores Salesianos y a la agrupación de los antiguos alumnos.

El 31 de Enero de 1888, Don Bosco muere en Turín. Cuarenta y seis años más tarde, el 3 de abril de 1934, solemnidad de la Pascua de Resurrección, es canonizado por el Papa Pío XI . Su don de hacer milagros es un caso excepcional. Para su canonización se presentaron 650 milagros obrados por él, narrados con juramentos por testigos presenciales. El decía y repetía: "Yo no hago milagros. Solamente rezo y hago que invoquen con fe a María Auxiliadora y Ella va donde su Hijo, y Cristo Jesús es el que obra maravillas".

Posteriormente, durante el centenario de su muerte, celebrado en 1988, Juan Pablo II lo proclama padre y maestro de la juventud.

Una cualidad de Don Bosco que vale la pena mencionar fue su alegría. Los muchachos de la calle lo llamaban: "El Padre que siempre está alegre. El Padre de los cuentos bonitos". Su sonrisa era de siempre. Nadie lo encontraba jamás de mal humor y nunca se le escuchaba una palabra dura o humillante. Hablar con él la primera vez era quedar ya de amigo suyo para toda la vida.

La figura del padre y maestro de los jóvenes aparece como un signo de la providencia de Dios que, inspirador de todo buen propósito nunca permite que falten santos a su Iglesia. Dócil a la acción del Espíritu Santo y fiel discípulo en la escuela de la Santísima Virgen, Juan Bosco es él apóstol incansable que afronta el trabajo con mirada profética sobre los tiempos nuevos y educa a los jóvenes para afrontar la vida con honesta sabiduría y una fe rica en obras; todo ello, por el bien de la Iglesia.

Ojalá podamos imitar a Don Bosco. Pidámosle a Dios que nos lleguen también esas cualidades tan maravillosas que Dios le regaló a San Juan Bosco y de las cuales generó tanto bien para la salvación de las almas.

(fuente: www.radioestrelladelmar.com)

sábado, 14 de agosto de 2010

Soñar para crecer

Vivimos en una sociedad que mata los sueños, particularmente los de los más pequeños, privándolos de algo fundamental para crecer y madurar satisfactoriamente.

“Por aquella época, tuve un sueño que permaneció grabado profundamente en mi mente, durante toda la vida...”. La vida de Don Bosco quedó marcada por este sueño. En los momentos de incertidumbre, de dificultad o en vísperas de decisiones importantes, Don Bosco “soñaba”. Sus sueños eran mensajes; eran irrupciones venidas “desde fuera”, algo extraordinario, profético, tranquilizador.

Don Bosco no guardaba los sueños para sí; los comunicaba. Presentó a los suyos los acontecimientos más importantes relatándoles sus sueños. En cambio, nuestra sociedad “mata” los sueños, especialmente si provienen de los más chicos. En el campo educacional, esta mordaza puesta a los sueños, priva a los niños, niñas y adolescentes de algo muy necesario para su maduración y crecimiento.

Los chicos y chicas necesitan de un tiempo para crecer, y en esa etapa, los sueños, los sentimientos, las emociones y la fantasía deben ser cultivados, con la ayuda de los padres, madres y de los educadores.
He aquí algunas simples consideraciones. Los niños y niñas no son adultos en miniatura, aunque a menudo sean investidos precozmente de responsabilidades que no tienen capacidad de sobrellevar.

Frecuentemente la televisión y la publicidad los invitan a asumir comportamientos propios de los adultos. También nosotros, sus padres y madres , apresuramos su ingreso al mundo de la “eficiencia a toda costa”, un mundo que no repara en el modo como se llega al “triunfo”, porque quien no se adapta, se arriesga a quedar excluido del mecanismo. Incluso, al llegar a la escuela, el niño enfrenta criterios de evaluación, selección, y exclusión. No podemos maravillarnos si nuestros pequeños se sienten incomprendidos, estresados, deprimidos.

Como en el cine. ¿Cuántas veces hemos visto en una película el hallazgo del “arca perdida”, por protagonistas que se llevan un chasco porque las riquezas buscadas incansablemente no existen? Nosotros, con frecuencia, tratamos a nuestros niños y adolescentes como si fueran uno de esos arcones llenos de riquezas, sintiéndonos desencantados cuando los “tesoros” no son lo que esperábamos. El verbo educar proviene de un vocablo latino que significa “sacar afuera”. Para ser verdaderos educadores debemos animar a los chicos y chicas a adquirir habilidades y desarrollar sus propias cualidades, aunque no siempre coincidan con nuestras expectativas. Los niños y niñas que se ven obligados a satisfacer los deseos de sus padres y madres, tarde o temprano pasan por períodos de grandes crisis, particularmente en el momento de la elección de su actividad profesional o de su pareja.

“Alejandro caminaba por la pared...” En el cine, en la televisión y en los videojuegos, los héroes son destrozados y recompuestos mediante injertos mecánicos y computarizados que superan las posibilidades de la naturaleza, e incluso mueren y resucitan. Algunos recuerdan, todavía, el caso de un niño que quiso “caminar por la pared”, como Alejandro, el dibujo protagonista de un spot publicitario, y terminó fracturándose. El pequeño creyó que bastaba alimentarse con determinado producto todos los días, para romper las leyes de la gravedad, que sin duda no conocía. Es legítimo, pues, preguntarse si estos entretenimientos modernos no deforman el contacto de los niños y adolescentes con la realidad. A esta influencia audiovisual debe agregarse la creciente desafección a la lectura y la escritura que sufrimos. Hemos ingresado a una nueva forma de analfabetismo: somos incapaces de “leer” el mundo, no sabemos sorprendernos, perdimos el gusto por detenernos a contemplar, la reflexión se ha convertido en un reto inabordable. Por algo Einstein advertía: “El hombre que no sabe maravillarse es un hombre muerto”.

BSCAMLa inteligencia y la afectividad deben crecer juntos. Como padres debemos favorecer el desarrollo de la “inteligencia emocional” de nuestros hijos. Una buena capacidad intelectual manifestada en el ambiente escolar no significa ser inteligente frente a la vida y las dificultades que esta plantea. Es preciso que los niños descubran el mundo de las emociones y los sentimientos, y únicamente los padres atentos pueden brindarles el gusto y el placer de aprender, de la tranquilidad, de la confianza en sí mismos y en los demás, de la alegría, de la comunicación y del autocontrol. Para conseguirlo, debemos brindarles un largo tiempo de poesía y de sueños. La sensibilidad no es un accesorio inútil.

Re-descubrir las “vitrinas” del espíritu. La vida moderna tiene muchas “exposiciones” corporales: certámenes de belleza, eventos deportivos, spots publicitarios... ¿Por qué no preocuparse, con la misma intensidad, de “vitrinas para el espíritu”, puesto que éste es el más sufrido? Debemos favorecer los espacios de “re-animación”, principalmente para los que aún están creciendo. Don Bosco lo intentaba, concretamente, en sus oratorios, que eran lugares donde el desarrollo corporal se armonizaba con los sentimientos y la espiritualidad. Todos esos padres que están tan preocupados por el crecimiento físico de sus hijos, ¿cuánto se dedican, verdaderamente, a la maduración de la vida interior de los mismos?

Medios y espacios para la imaginación. La energía necesaria para superar contrariedades, se alimenta, entre otros recursos, de la imaginación. Esta desarrolla la creatividad y la capacidad de adaptación e innovación, que cada día son más necesarias. Los padres y madres siempre tenemos a nuestro alcance, para desarrollar el mundo imaginativo de nuestros hijos e hijas, el juego, el cuento, el dibujo y el bricolage, la lectura. El juego no es una compensación, sino una necesidad imperiosa. Los cuentos ayudan a superar angustias y miedos, ya que a través del mecanismo de identificación, facilitan la aprehensión de valores fundamentales. El placer de hacer y dibujar cosas con las propias manos brinda la posibilidad de aprender a liberar el espíritu.

Los juegos infantiles son cosas de los adultos. Después del don de la vida, uno de los más grandes regalos que podemos hacer a los niños es el tiempo: estar con ellos, hacer con ellos, fantasear con ellos. Actividades tan “sin importancia” se convierten, para ellos, en momentos inolvidables. La relación “padres-hijos” tiene necesidad de un tiempo común.

El mundo del espíritu. Hoy nos quejamos de la ausencia de espiritualidad. Más que nadie, nuestros niños y niñas tienen necesidad de esta vacuna contra la intoxicación del materialismo.

jueves, 12 de agosto de 2010

Don Pascual Chávez y los desafíos del carisma salesiano en la actualidad

Entrevista con don Pascual Chávez Villanueva, rector mayor de los Salesianos

--Habitualmente no se habla sólo de Congregación Salesiana sino de «Familia Salesiana». ¿Quiénes componen esta familia? ¿Qué relación tiene con ella?

--Don Pascual Chávez: Efectivamente, Don Bosco más que fundador de una Congregación masculina, de un Instituto femenino y de una Asociación de laicos, es el fundador de un grandísimo movimiento espiritual apostólico, que llamamos Familia Salesiana. A los tres grupos originales, de los Salesianos, de las Hijas de María Auxiliadora y de los Cooperadores, se han ido añadiendo como fruto de la riqueza del carisma salesiano muchos más grupos que explicitan facetas del mismo carisma y lo enriquecen. Hoy la Familia Salesiana, a la que me gusta comparar con un árbol, tiene 24 ramas oficialmente reconocidas y otras tantas que, sin pertenecer oficialmente, están en proceso de crecimiento y consolidación en vistas de su aceptación plena, o bien se identifican con la Familia de Don Bosco. En ella el Rector Mayor , precisamente en su calidad de Sucesor de Don Bosco, es el padre y el centro de unidad. De modo que, respetando la autonomía de cada rama, el punto de referencia carismática es siempre el Rector Mayor. Así lo expresan en sus diversos proyectos de vida: Constituciones, Reglamentos o Estatutos.

--Cuando se habla de «carisma salesiano en la Iglesia», ¿qué debe entenderse? ¿A qué se refiere?

--Don Pascual Chávez: La experiencia espiritual y apostólica de Don Bosco, reconocida por la Iglesia primero a través de la aprobación de las Constituciones (1874), y autentificada por su canonización, es un don del Espíritu para la Iglesia. Esto significa que el carisma salesiano es la peculiar forma de vida de los Salesianos, fruto de la consagración al Señor por medio de la profesión religiosa y que se expresa a través de la misión a favor de los jóvenes especialmente los más pobres, abandonados y en situación de riesgo psico-social, realizada por las comunidades con una pedagogía y espiritualidad propias, la del Sistema Preventivo. En su calidad de «carisma» es un don del Espíritu y, como tal, está al servicio de la Iglesia, de su vida y de su misión. Este carisma se puede vivir por consagrados y laicos, sacerdotes y laicos, adultos y jóvenes, pero queda caracterizado siempre por su inspiración en Don Bosco, en sus grandes convicciones (los jóvenes, la educación, el sistema preventivo), por la pasión del «Da mihi animas», que era el programa de Don Bosco, por la devoción a María Auxiliadora.

--Don Pascual Chávez: Como Rector Mayor de los Salesianos, le suponemos con una visión muy amplia y global de nuestro mundo de hoy, particularmente en lo que atañe a la situación de los jóvenes. ¿Cuáles son las necesidades y urgencias que se detectan en nuestro mundo de hoy? ¿Y particularmente en el llamado «planeta joven»?

--Don Pascual Chávez: No cabe duda que tratándose de una Congregación presente en 130 países del mundo el Rector Mayor tiene el privilegio de llegar a adquirir una visión muy amplia y global del mundo en general y, del planeta joven, en particular. Las necesidades y urgencias de nuestro mundo quedan sintetizadas, a mi modo de ver, en las cuatro palabras con las que Juan Pablo II se dirigió por última vez al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede (13.01.’05): paz, pan, vida y libertad. Se trata de derechos fundamentales de la persona humana y de los pueblos, que no pueden no ser aceptadas por ningún gobierno.

Paz no es simplemente ausencia de guerras y conflictos sino la creación de aquellas condiciones sociales que permiten el desarrollo armónico sostenido de las naciones. Hay que convencerse que la guerra no hace más que provocar destrucción y muerte, retrasar las economías de los países y retardar el establecimiento de la democracia. La guerra sólo interesa a los traficantes de armas.

Pan es el derecho de toda persona a la nutrición indispensable para poder asegurar su crecimiento y el desarrollo de todo su potencial humano, que queda fuertemente comprometido cuando el hambre conduce al subdesarrollo de las facultades y, con frecuencia, a la muerte. Es inaceptable que contando con la capacidad para producir alimentos para toda la humanidad haya millones de personas que mueren cada año de hambre y sed.

Vida significa la defensa de la vida humana desde el momento de su concepción hasta su muerte, pero también la calidad misma de la vida que depende de los satisfactores básicos y, sobre todo, el sentido de la existencia. A nadie escapa que la vida hoy sea amenazada desde el primer momento hasta el último y que se oscurezca cada vez más el sentido que puede tener.

Libertad, una de las dimensiones esenciales de la persona humana, es la que mejor asegura la posibilidad del hombre o de la mujer para autodeterminarse y vivir con responsabilidad su historia personal y social. Hablar de libertad es hablar de todas sus expresiones: social, psicológica, religiosa.

En relación al «planeta» joven, lo primero que diría es que sólo existen jóvenes concretos, en la realidad de sus condiciones y contextos sociales, políticos, económicos, culturales y religiosos. Por eso resulta difícil, por no decir imposible, hablar de sus necesidades y urgencias. Para unos será lo indispensable para sobrevivir, para otros será la familia, para otros será la educación, para otros será el empleo, para otros será el sentido de la existencia. De cualquier forma, con Don Bosco, digo que todos los jóvenes tienen una inmensa necesidad de ser felices y que piden – a veces sin saber cómo – quien les acompañe en el camino de la vida y les enseñe la fórmula para ser felices para siempre, aquí y en la eternidad.

--¿Qué aportación hace la Congregación y la Familia Salesiana a estas necesidades y urgencias?

--Don Pascual Chávez: La Congregación y toda la Familia Salesiana realiza su misión en tres grandes áreas de actividad: la promoción humana, la educación y la evangelización. A través de esta presencia diversificada nosotros buscamos estar atentos y responder en la medida de nuestras posibilidades a las necesidades de la humanidad.

La promoción humana se expresa en todas las obras y actividades que van desde hospitales, hospicios, comedores, cooperativas, recuperación de drogadictos, atención a los chicos de la calle y a los que han sido víctimas de turismo sexual...

La educación ocupa la mayor parte de nuestras presencias a través de las miles de escuelas, centros de formación profesional, escuelas agrícolas, centros universitarios, oratorios, centros juveniles...

La evangelización y la catequesis son siempre el horizonte y la razón de toda nuestra actividad pastoral, de modo que se hace presente no sólo en las parroquias, santuarios, templos, capellanías, centros de espiritualidad, misiones sino también en las actividades y obras de promoción y de educación.

--¿Qué respuesta da la Congregación salesiana a los retos de las nuevas pobrezas y a las diversas formas de exclusión social en nuestro contexto europeo?

--Don Pascual Chávez: La opción por los jóvenes más pobres ha sido siempre una característica desde Don Bosco hasta nuestros días. La diferencia hoy es que, por un lado, la pobreza ya no es sólo aquella material, sino la afectiva, la cultural, la religiosa, y, por otro, que la respuesta es igualmente variada, más orgánica y más institucional.

En concreto ha ido creciendo no sólo el compromiso de los Salesianos y de las Inspectorías a favor de los emigrantes, de los marginados, de los excluidos, sino sobre todo se ha convertido dicha opción en un tipo de hermenéutica que nos hace que, en cualquier tipo de obra que estemos, analicemos cuál es la cultura que estamos promoviendo, una que sea solidaria y altruista o una que sea individualista y egoísta.

Aquí podríamos enumerar las obras de carácter marcadamente social como las casas de día, las obras para los gitanos, el trabajo con los emigrantes, los centros para jóvenes en necesidad que funcionan las 24 horas del día...

miércoles, 11 de agosto de 2010

"Venid y Veréis": Presentación del Aguinaldo 2011


Un dato histórico, confirmado por los cuatro evangelistas, es que, desde el comienzo de su actividad evangelizadora (cfr. MC 1, 14-15), Jesús llamó a algunos a seguirle (cfr. Mc 1, 16-20). Sus primeros discípulos se convirtieron así en “compañeros por todo el tiempo en el que Jesús ha vivido entre nosotros, comenzando por el bautismo de Juan hasta el día en el que, estando con nosotros, ha ascendido al cielo” (Hch 1, 21-22).

Evangelización y vocación son, pues, dos elementos inseparables. Incluso podríamos decir que un criterio de autenticidad para una buena evangelización es la capacidad de ésta para suscitar vocaciones, para madurar proyectos de vida evangélica, para implicar enteramente la persona de los que son evangelizados hasta hacer de ellos discípulos y apóstoles.

Después del Aguinaldo de 2010, “Señor, queremos ver a Jesús”, sobre la urgencia de evangelizar, hago una insistente llamada a la Familia Salesiana a experimentar la urgencia, la necesidad de convocar.

Queridos hermanos y hermanas, miembros todos de la Familia Salesiana, os invito por tanto a ser verdaderos guias espirituales para los jóvenes, como Juan Bautista que indica a Jesús a sus discípulos diciéndoles: “¡He aquí el Cordero de Dios! (Jn 1, 36), de manera que puedan ir detrás de El; hasta el momento en el que Jesús dándose cuenta de que lo siguen se dirige directamente a ellos con la pregunta: “¿Qué buscáis?” y ellos, con el deseo de conocer en profundidad quien es este Jesús, le preguntan: “Rabbi, ¿dónde vives?” (Jn 1, 38), y el Maestro los invita a hacer una experiencia de convivencia con Él: “Venid y veréis”. Algo inmensamente hermoso habrán experimentado los discípulos cuando “fueron, vieron donde vivía y se quedaron con El” (Jn 1, 39).

He aquí el camino pedagógico que os propongo recorrer:

1. Volver a Don Bosco

* Hacer nuestra su experiencia en Valdocco, donde crea un ambiente de familiaridad, de fuerte valor espiritual, de compromiso apostólico y de acompañamiento espiritual, sostenido por un inmenso amor a la Iglesia y al mundo.

* Manifestar la belleza, la actualidad y la variedad de nuestra vocación salesiana: una vida entregada por entero a Dios en el servicio a los jóvenes vale la pena ser vivida.

* Vivir la propia vida y ayudar a comprender la vida de los demás como vocación y misión. Todo como un gran don vivido en la centralidad de Dios, en la fraternidad entre los consagrados y en la entrega a los jóvenes más pobres y necesitados.

2. Para llegar a ser Don Bosco para los jóvenes de hoy

* Ser conscientes y hacer palpable la centralidad de los consagrados en la realización de la misión salesiana. Esta ha sido la convicción y la experiencia de Don Bosco.

* Crear, como en Valdocco, una cultura vocacional caracterizada por le búsqueda del sentido de la vida, en el horizonte de la Trascendencia, sostenida e impulsada por valores profundos, con carácter de proyectualidad, hacia una cultura de la fraternidad y de la solidaridad.

* Asegurar el acompañamiento a través de calidad de la vida personal, la educación al amor y a la castidad, la responsabilidad hacia la historia, la iniciación a la oración, el compromiso apostólico.

* Hacer del Movimiento Juvenil Salesiano un lugar privilegiado para un camino de discernimiento vocacional: en él los jóvenes experimentan y manifiestan una corriente de comunión en torno a la persona de Don Bosco y a los valores de su pedagogía y de la Espiritualidad Juvenil Salesiana, desarrollan el voluntariado y maduran proyectos de vida.

Roma, 31 de mayo de 2010.

Don Pascual Chávez Villanueva
Rector Mayor

(Fuente: www.sdb.org)